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Por Valentina Rosas, Subdirectora de Tenemos que Hablar de Chile

En medio de tiempos tan complejos, alzas en los contagios y a pocas semanas de las elecciones de las y los constituyentes a cargo de redactar una nueva Constitución Política, cabe preguntarse cuál es el rol de la ciudadanía y cómo se expresa entre cambios de fechas y fases.

Estoy convencida que la respuesta no se agota en puramente ejercer el derecho a voto. El proceso constituyente no se inicia ni termina con esta elección. La participación no se diluye al no poder marchar. El diálogo no se acaba al no poder reunirnos en un cabildo. Estas necesarias expresiones de ciudadanía, participación y conversación pública no entran en cuarentena, solo cambian de forma, se adaptan y encuentran nuevos caminos.

En medio de una importante crisis social y política, el 2019 fuimos testigos de múltiples encuentros vecinales, señal de una fuerte disposición al diálogo no sólo para discutir sobre una posible nueva Constitución, sino también para compartir nuestros sueños para el país. Sin embargo, pareciera que con la actual crisis sanitaria esos cabildos y diálogos desaparecieron por completo, el debate se concentró en ciertas secciones televisivas y el resto volvimos a ser espectadores.

Aunque menos evidente, esa ciudadanía activa sigue latente a la luz de las herramientas digitales, conversaciones telefónicas o encuentros de menor escala acompañados de mascarilla y alcohol gel.

Solo un ejemplo de esto es la plataforma de conversaciones y participación ciudadana Tenemos que Hablar de Chile [9] -impulsada por la UC y la U. de Chile- que propició durante 2020 miles de diálogos virtuales entre personas desconocidas y realidades muy diferentes entre sí, abarcando, literalmente, a todas las comunas del país. 

El objetivo era construir una hoja de ruta para el Chile de las próximas décadas, considerando las inquietudes y anhelos de las personas. Con objetivos similares, tantas otras organizaciones y personas han estado convocando a miles, enfrentando el desafío de repensar y poner sus espacios, herramientas, equipos y conocimientos a disposición de esa ciudadanía en adaptación. 

La convicción compartida es que en el proceso constituyente no sólo se juega la oportunidad de crear una nueva Carta Magna, sino que aunque para algunos sectores hoy pareciera imposible, se juega una oportunidad única para pensar la forma en la que nos encontramos, dialogamos y convivimos. Por eso creemos que el diálogo es más necesario que nunca. Estar #PorElDiálogo es el primer elemento en la lista de bienes esenciales para la democracia. Sólo nos basta pensar, entre todos, nuevas formas de envío y distribución.