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Nos acabamos de enterar de cómo en Valparaíso se vieron obligados a botar alrededor de una tonelada de alimentos que iban en ayuda de los damnificados. Alimentos mal rotulados y mal embalados, terminaron todos en mal estado. Además hace poco veíamos en las noticias cómo las organizaciones pedían por favor que no enviaran más ropa, y al mismo tiempo veíamos cómo la gente mandaba lencería erótica, disfraces viejos, vestidos de novia y hawaianas. Por un lado podríamos decir que la ayuda es tanta que se desborda en absurdos como estos, pero por otro lado está la idea de que más que ayudar, la gente se deshacía de ropa vieja y las empresas enviaban la mayor cantidad de cosas que podían reunir; sin preocuparse de que lleguen de forma correcta. ¿Somos entonces un país solidario?

Somos uno de los países con la mayor tasa de voluntariado en el mundo. Tenemos una de las colonias de refugiados más importantes del planeta. Aunque popularmente hayan algunos disgustos personales, abrimos siempre las puertas a los países vecinos cuando tienen problemas y vuelan las plazas laborales. Nos costó siglos de guerra independizarnos de España, pero cuando se ven en aprietos económicos, bienvenidos sean para que busquen trabajo. Todos los años reunimos miles de millones de pesos para ayudar a niños con discapacidades. Inventamos los proyectos de construcción de casas para pobres usando trabajo voluntario. Si hasta los religiosos tienen un santo local que se dedicaba a ayudar.

¿En qué quedamos entonces?, ¿lo estamos haciendo bien o todo es una farsa y solo nos preocupamos de vernos bonitos y salir saltando en la tele atrás del reportero?

No sé si tienen algún contacto así en Twitter o Facebook, pero en período de vacaciones el muro otimeline se convierte en un collage de jovencitos posando frente a mediaguas. Y claro, está bien porque al final la ayuda llega, pero volvemos a la misma discusión: ¿es por altruismo o por una necesidad de estatus social?

Veámoslo de otra forma: quizá es solo que hay un porcentaje de chilenos derechamente desubicados; un porcentaje que está también presente en las iniciativas de ayuda. Entonces el problema sería algo propio de nuestra idiosincrasia, sin ser algo propio de la ayuda solidaria. Porque yo no creo que toda esa ayuda sea falsa y con eso solo se hayan comprado miles de likes en Facebook. Más likes junta una foto con las características de una usuaria de proporciones cuantiosas, que una caja con ropa vieja.

Pero resulta tan fácil y tentador pararse en un pedestal y ponerse a reclamar contra los "falsos ayudadores", empinándose con el pecho inflado, luciendo todas nuestras intenciones puras y repudio hacia los hipócritas. Reclamar contra "ellos", como si fueran una raza distinta. Como si no fuéramos nosotros mismos.

¿Para qué estamos con cosas? Al final todos tenemos esa necesidad inconsciente de ventilar nuestro criterio moral o conciencia social al mundo. Nos encanta intentar demostrar lo preocupados que estamos por estos temas. Si no fuera así, ¿por qué alguien como yo habría escrito esto?, ¿y por qué alguien como tú hubiera decidido leerlo y opinar al respecto?