Opinión: La profunda indiferencia sobre Dios

Opinión: La profunda indiferencia sobre Dios

14 Septiembre 2014

El ser humano visto en general se ha alejado mucho de Dios. Con sus esquemas de pensamiento primitivos ha suprimido también la voz de su conciencia. Debido a su falta de conciencia, destruye lo que le estorba para disfrutar y vivir sin impedimentos aquello que él llama “vida”.

Juan Lama Ortega >
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Hay científicos que creen que pueden crear vida, pero pocos se paran a pensar que sin la sustancia base de la vida no pueden crear ninguna forma de vida. El ser humano puede matar, pero no crear vida. Él mata a seres humanos, destruye la naturaleza y maltrata al planeta Tierra, por lo que en algún momento habrá un cambio, pues tal y como el ser humano es hoy día no puede existir a la larga y no será sustentado por el Espíritu de Dios, que también es la vida sobre la Tierra.

El ser humano visto en general se ha alejado mucho de Dios. Con sus esquemas de pensamiento primitivos ha suprimido también la voz de su conciencia. Debido a su falta de conciencia, destruye lo que le estorba para disfrutar y vivir sin impedimentos aquello que él llama “vida”.

Muchos reflexionan acerca de Dios que es la vida y analizan también al ser humano, encontrando raras veces cosas buenas en él. El cerebro del ser humano no está entrenado, por eso muchas células cerebrales están sin utilizar. Toda la existencia terrenal del ser humano transcurre año tras año por carriles estrechos, con estrechez de miras en la forma de pensar, hablar y obrar.

Cada cual piensa sólo en sí mismo y quiere lo mejor para sí mismo, los demás le dan igual. Una y otra vez transcurre todo según el mismo esquema, siempre pensamientos y palabras iguales o parecidos, centrados en la materia, en el mundo, egocéntricos, intelectuales. La realidad del Espíritu que lo traspasa todo es excluida. También el comportamiento del ser humano está en muchos casos marcado por esta forma externalizada de pensar y hablar. Esto no tiene nada que ver con la vida, es un mero vegetar. Ésta es la causa, entre otras, de la indiferencia y de la dejadez en lo que concierne al pensar, al investigar y a la búsqueda más profunda de Dios.

Juan Lama Ortega

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