Obispo de Copiapó en misa de fiesta chica de La Candelaria: “El aborto es un crimen abominable”

Obispo de Copiapó en misa de fiesta chica de La Candelaria: “El aborto es un crimen abominable”

16 Agosto 2017

Monseñor Aós presidió misa en el Día de la Vida Consagrada, fiesta chica de La Candelaria.

Equipo El QueHa... >
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Cientos de personas llegaron hasta el Santuario de Nuestra Señora de La Candelaria para participar de la Misa, en el marco de la Fiesta Chica de La Candelaria, la fría mañana del pasado martes 15 de agosto.

En el día de la Asunción de la Virgen María, también se celebra el Día de la Vida Consagrada, por lo que las religiosas y religiosos que trabajan en la diócesis, renovaron sus votos ante el obispo y la comunidad.

“El aborto es un crimen abominable”

Así lo dijo el Obispo Celestino Aós en su homilía, agregando que “presentarlo como legítimo y deseable es encaminarnos a las tinieblas y deshumanizarnos”.

Además para discernir el bien del mal, dijo que “debemos buscar la verdad para tener la conciencia recta, llamar bien a lo que Jesucristo llama bien, y llamar mal a lo que llama mal (...) Para el cristiano - continuó- no da lo mismo este u otro criterio, como la opinión de la mayoría o la conveniencia”.

Hacer brillar la luz de Cristo

Monseñor Aós dijo a las religiosas y religiosos que “ni Chile ni el mundo nos necesitan para que aplaudamos sus acciones; nos necesitan como luz, que buscan la verdad y que son testimonio, incluso cuando sufren descrédito y martirio”. Concluyó diciendo que “no sólo debemos alegrarnos y prepararnos para la llegada del Papa a Chile, sino para la llegada de cada niña y niño que Dios nos regala” y llamó a los religiosos a “un compromiso para formar nuestras conciencias con la luz de Jesucristo y hacerla brillar en todo Chile”.

Después de la homilía, los consagrados se pusieron a los pies del altar de piedra para renovar sus votos luego, el Obispo y el rector del Santuario, P. Francisco Javier Medina, saludaron a cada uno como muestras de fraternidad y agradecimiento por su servicio.

En el ofertorio, jóvenes llevaron al altar un cirio encendido, y religiosas presentaron pañales, como signo de servicio a los más necesitados. Al igual que en la misa de la fiesta grande en febrero, esta misa tuvo partes cantadas con cantos a lo divino en las voces del jefe general de bailes, Pascual Castro, y el diácono Juan Cáceres.

Después de la misa, la imagen de la Virgen permaneció en el patio, para recibir el homenaje de los numerosos bailes que llegaron a participar de la fiesta.