Francisco Lara, hijo de enferma de Parkinson de Copiapó: "El cannabis le devolvió la independencia a mi mamá"

17 Febrero 2017

Francisco decidió viajar a Santiago y asistió a Fundación Daya para recibir atención terapéutica. Se hizo socio y actualmente posee toda su documentación como respaldo de usuario medicinal.

Fundación Daya >
authenticated user

Francisco Lara es trabajador minero y oriundo de la III región de Atacama, Copiapó. Su madre Wilda Veliz, de 83 años, fue diagnosticada con Parkinson, una enfermedad crónica, progresiva y degenerativa que causa la pérdida paulatina de la capacidad física y mental. Postrada durante más de cuatro años, en la actualidad Wilda puede caminar apoyada de un burrito gracias al aceite de cannabis que consume hace más de un año.

Su hijo vio un reportaje por televisión en el cual se mostraban los efectos positivos del cannabis en algunas enfermedades crónicas: “Tras ver este reportaje decidimos como familia investigar sobre las propiedades de la planta y logramos elaborar aceite de cannabis con muy buenos resultados”, expresa Francisco.

En un comienzo la madre de Francisco se rehusó a usar cannabis como tratamiento, por los estigmas que rodean a la planta. Su hijo relata que la primera reacción de su mamá fue: ¡cómo me van a dar eso! “Le dije que lo intentara y que sólo faltaba ella, pues hay mucha gente que se beneficia del cannabis y con magníficos resultados”. Desde el año 2016 ocupa esta medicina de forma constante, con grandes resultados.

Durante los años que Wilda estuvo postrada consumió medicamentos bastante costosos, que nunca le entregaron efectos tan positivos como el aceite de cannabis. A las semanas de consumir sus primeras dosis de aceite, su vida dio un giro radical: “Hubo una gran mejoría en su estado anímico y esto la llevó a querer levantarse de su cama. Entonces empezó a tener movilidad en sus piernas y brazos, sin ninguna otra ayuda médica de por medio. El cannabis le devolvió la independencia a mi mamá y nos alivianó el trabajo que requieren sus cuidados Se está atreviendo a hacer cosas del hogar y con mucho ánimo, algo impensado hace un tiempo atrás”.

Para elaborar el aceite de cannabis Francisco se apoyó en información de Fundación Daya y un medio español, pero de forma autodidacta. La primera planta que cultivo era del tipo sativa, su cosecha fue la primera materia primera para elaborar su tratamiento q: “Las sativas han ayudado a mejorar el estado anímico de mi madre y la que mejor resultados nos ha dado es la White Widow”.

Francisco decide viajar a Santiago y asiste a Fundación Daya para recibir atención terapéutica. Se hizo socio y actualmente posee toda su documentación como respaldo de usuario medicinal: “Yo sufro de una hernia cervical y me recetaron tramadol junto con relajantes musculares, porque cada cierto tiempo me daban crisis con mucho dolor. Estos medicamentos me dejaban más drogado que bien, así que también comencé a utilizar aceite de cannabis con resultados sorprendentes”.

Debido a los efectos que en la práctica demostraba el cannabis, Francisco decide ayudar anónimamente a sus amigos en situaciones parecidas, sumándose a la red de ayuda anónima  de la III región de Atacama:

“Somos varias familias que nos reunimos y nos ayudamos; algunas tienen a sus hijos con epilepsia refractaria o síndrome de West. Hemos tenido sólo resultados favorables. Niños que estaban en pésimas condiciones de vida y ahora tienen calidad de vida. Tenemos niños que asisten a la Teletón y los mismo terapeutas de la organización no esperaban ver los resultados que tienen ahora. Hay médicos interesados en sumarse a esta iniciativa de ayuda, porque han visto el resultado que otorga el cannabis”

Entre los pacientes apoyados por  la red solidaria anónima existe el caso de dos pequeños con autismo y elevado nivel de agresividad, los cuales consumen derivados terapéuticos del cannabis con resultados maravillosos. Para Francisco esto es un milagro y se emociona al contarlo, ya que partió con tan poca información y gracias a su trabajo ha logrado ayudar a aliviar también el sufrimiento de varias familias: “Es increíble el efecto que produce el cannabis. En algún momento lo probé de manera recreacional y en verdad no tiene nada que ver con lo medicinal. Son cosas muy distintas”.

Las diversas enfermedades presentes en la familia de Francisco, están siendo tratadas con cannabis. Si bien en su familia existió un rechazo inicial hacia la planta, hoy se habla con seriedad, amor y sin tabúes sobre el tema: “Antes de esto, había familiares, hermanos incluso, que tenían una visión bastante oscura. Mi hermano mayor fue catalogado de hippie y en su época tuvo problemas, porque era visto como la oveja negra de la familia por ser usuario recreacional”.

El mensaje de Francisco para aquellos que aún no se atreven a probar esta medicina natural es que la usen sin ningún miedo: “Yo les digo que se instruyan, que se asisten a Fundación Daya y se apoyen de la orientación que entregan los terapeutas y médicos,  pero sin miedo, porque existe la legalidad para hacer tus propios cultivos medicinales”.

Lentamente , en cada país, en cada ciudad, surgen redes de apoyo para pacientes que necesitan acceder a ésta alternativa terapéutica, volviendo lo que parecía un sueño lejano, en una esperanzadora realidad.