Experiencias de vida en momentos críticos

Experiencias de vida en momentos críticos

11 Noviembre 2020

Hoy cada persona y cada familia vive la experiencia de crisis, probablemente de forma distinta. En este sentido podemos considerar que nos relacionamos de diversa manera y también respondemos de diferente forma, de acuerdo a nuestra realidad y experiencias de vida. 

Alejandra Vega ... >
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Todo evento crítico tiene un contexto particular y todo contexto particular tiene características propias que lo definen. Por tanto, experimentar un terremoto es diferente a experimentar un aluvión, lo que es distinto a experimentar una pandemia. Sin embargo, podemos recordar que estos hechos nos hicieron y nos hacen sentir emociones o sensaciones similares, principalmente asociadas a la preocupación por nosotros/as y los demás. Pero más allá de esto, es importante que nos detengamos en aquello que nos permita comprender mejor cómo actuamos frente a situaciones críticas.

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Los contextos no solo nos sirven para entender dónde estamos y de dónde venimos, sino que además definen cómo nos comportamos. Hoy cada persona y cada familia vive la experiencia de crisis, probablemente de forma distinta. En este sentido podemos considerar que nos relacionamos de diversa manera y también respondemos de diferente forma, de acuerdo a nuestra realidad y experiencias de vida.

Todo nuestro contexto nos invita y empuja a reaccionar de ciertas maneras. Así, en reiteradas ocasiones nos aconsejan que ante situaciones complejas o frente a problemas graves hagamos diversas actividades: realizar ejercicios, comer sano, plantar un árbol, hacer algún curso, aprovecha el tiempo en familia, meditar…etc.

Todas estas actividades pueden ser muy positivas, pero sólo y únicamente, si TIENEN SENTIDO para cada cual y para cada forma de comprender y vivir la vida.

¿Entonces, cuál podría ser la manera de enfrentar un evento crítico?

La apuesta puede ser personal. Y es personal en la medida que todos/as somos diferentes y necesitamos espacios y momentos distintos, que merecen respeto y reconocimiento.

Si se disfruta de ver una comedia, una serie, cocinar, bailar, escuchar música, cantar, escribir, dormir una siesta o leer, jardinear, rezar, conversar por redes, jugar a las cartas, lo que nos guste, la idea es hacer aquello con libertad, y sin culpa.

Ante esto, es fundamental que las decisiones diarias brinden sentido, que de satisfacción; de lo contrario se estaría haciendo aquello que otros desean que hagamos con nuestro tiempo, y probablemente podría surgir la tristeza y frustración si no hay logro de las metas fijadas.

El revisar lo que valoramos, a quienes valoramos, qué es lo importante realmente, puede ser una brújula orientadora que puede guiar en nuestro accionar, y en nuestros propios límites.

Nuestras experiencias de vida, asociadas al enfrentamiento de situaciones difíciles, pueden sernos de utilidad, pues “ya hemos logrado salir adelante” demostrando habilidades únicas para enfrentar las adversidades que se nos han presentado.

Aún de las historias más traumáticas o abrumadoras, podemos reconocer el uso de nuestras fortalezas, nuestros valores, nuestras destrezas y habilidades personales, desde las cuales hemos generado estrategias para actuar honrando lo qué somos capaces de lograr

De este modo, el asumir posturas frente al miedo que nos pudiera generar lo crítico, lo problemático, permite encontrar en esta emoción, un sentido y al mismo tiempo rutas de escape, que lograrán activarnos y movilizarnos.

Actuar, desde la experiencia aprendida, permite generar respuestas personales o colectivas propias de cada persona o familia, logrando tener un mayor y mejor manejo de las crisis, tanto para reutilizar formas de respuesta, o para ir descartando aquellas que no nos han sido de utilidad.

¿Qué pasa con los niños?

Los niños/as son testigos y partícipes de la vida familiar, siguen de cerca nuestras reacciones, y pueden convertirse en imitadores/as de nuestras conductas.

Por ello, es importante preocuparnos previamente por el bienestar de los cuidadores/as. Lograr esto requiere compartir tareas en todo sentido, haciendo partícipes a los miembros del hogar, a través de espacios lúdicos o novedosos que capten la atención de los miembros de la familia.

Es importante no esconder lo que ocurre, no subestimar ni minimizar la habilidad de los/las niñas para captar, comprender y para resolver los problemas. En tanto, los padres somos los encargados de mostrar la realidad, explicar de forma simple lo que ocurre, no mintiendo, pero tampoco generando mayor estrés, si educando en los cuidados que hay que tener en contexto de crisis y favoreciendo el diálogo y la expresión.

Su vida social, y contacto con personas significativas, debe procurar mantenerse, como nos paso en la pandemia, en donde por medio de tecnologías disponibles en casa, por cartas, dibujos, etc, se pudo mantener la vinculación. Es positivo que puedan conservar -en lo posible- el contacto con el mundo exterior a su familia nuclear, reduciendo de este modo, ansiedades y temores.

El juego y la diversión son excelentes modos que tienen los niños/as para comprender y relacionarse con su entorno. Cultivar estos espacios permite asegurar su desarrollo. Cualquier espacio, con creatividad puede despertar asombro en los niños y las niñas.

Los juegos de consola y móvil, deben utilizarse con precaución dado que pueden generar aislamiento y evasión frente a lo que se está viviendo. Además, debe considerarse el descanso como una buena manera de sentirse acompañados por otras personas que se preocupan, dado que los límites representan un acto de aprecio y reconocimiento, haciéndolos/as parte de las actividades diarias.

Las tareas escolares son un tema hoy en día, siendo la flexibilidad una alternativa frente a esta situación. El desarrollo de las actividades escolares debería estar mediada por la salud física o ánimo del niño/a y sus cuidadores/as. Todos/as aprendemos de distinta forma, en tiempos también diferentes.

Sobre-exigirles y sobre-exigirnos, frustrándonos y haciendo más estresante la actividad de lo que debería ser para el niño/a, es un acto innecesario, dado que la tensión y la rigidez entorpecen los procesos de aprendizaje.

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Somos sus padres, lo que genera cierta ambivalencia, por cuanto no podemos ser jueces y sus abogados a la vez, por tanto, apoyémoslos en la tarea cuando tengan problemas en su resolución, démosles cierta autonomía, reconociendo que su bienestar emocional y físico, es la prioridad.

Lo vivido no te incapacita, sino que te dota

de habilidades únicas”

Alejandra Vega Álvarez

Pablo Brizuela Gallo

Psicólogos, Docentes universitarios

Colectivo de Acción Social Periferias