Día del Niño: Un llamado a los padres

Día del Niño: Un llamado a los padres

10 Agosto 2014

Raramente el adicto a la sociedad se cuestiona si aquello a lo que aspira es moral o inmoral. Y algunos piensan: Es igual lo que sea, agrupados o no, “lo importante es que mi porción del pastel de la sociedad sea lo más grande posible”.

Juan Lama Ortega >
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Ustedes padres que han crecido en este milagro de la economía, pero recibieron la educación de sus padres, cuyas normas le han marcado decisivamente. Los programas de comportamiento adquiridos en la infancia y la juventud, permanecen a menudo activos en mayor o menor medida durante toda la vida terrenal. Muchos de las generaciones antiguas no pueden comprender el comportamiento actual de la juventud, que por el milagro de la economía ha dado un salto generacional gigante, pues en ellos aún está viva la imagen de la educación de su infancia y juventud. Desde estas impresiones educan a menudo a sus hijos y se dirigen a vosotros los jóvenes con las medidas y normas de entonces.  Si muchos de ustedes piensan que los padres son unos incompetentes en lo que se refiere a la juventud actual, los animaríamos a reflexionar, pues puede que se trate sencillamente de falta de experiencia. Vuestros padres no conocen vuestro estilo de vida, porque “antes todo era diferente”. No los pueden entender en algunos asuntos porque no tienen experiencias en muchas cosas que para vosotros se sobreentiende en esta generación floreciente. Como están inseguros en la educación de sus hijos por este salto generacional, reaccionan demasiado estrictamente, demasiado a la antigua, precisamente desde el potencial de recuerdos y experiencias de la época de su infancia y su juventud. 

¿Cómo sería si los jóvenes hablaran sobre esto, teniendo en cuenta que vuestros padres no han ido creciendo como vosotros en una sociedad bien acomodada? Hablen también, de que vuestros abuelos y padres en sus años de infancia y juventud tuvieron que vivir una educación exageradamente severa y reglamentada, que se saltaron, por cierto, a escondidas alguna que otra vez, haciendo entonces cosas que en absoluto eran siempre inofensivas y sin peligro, cosas que hubieran preocupado seguramente a sus padres si hubieran sabido de ellas. También estos recuerdos y experiencias de escapar de la estrechez de una educación autoritaria en su juventud influyen en vuestra educación, con la preocupación secreta de que vosotros podríais hacer lo mismo que ellos entonces. El miedo y la preocupación de los padres es a menudo el resultado de querer protegeros de daños. También vuestra forma de conducir autos y motos, que en general es a gran velocidad, causa a vuestros padres motivos de preocupación. Ellos se preocupan de vuestro bien y de vuestra vida.

Muchas personas jóvenes creen en la reencarnación y son conscientes de que los diversos rasgos del hombre son heredados, o son predisposiciones traídas de otras encarnaciones. Cada uno trae a esta vida terrenal diferentes atributos humanos pecaminosos. Los rasgos humanos pecaminosos que están activos en la persona determinan tanto al adulto como al joven. Y así, tanto los jóvenes como los adultos se someten –unos más, otros menos- a grupos de la misma opinión. Cada uno es de la opinión de que sus medidas de valores sociales son las que servirían  a la sociedad.                                                                         

Si miramos detrás del mecanismo de estos grupos de mimetización, sentiremos hacia dónde llevan. O bien se quiere, si es posible, una gran porción del pastel que es la sociedad, o se quiere llegar a ser alguien importante o conservar la propia posición y, si se diera el caso, mejorarla. Raramente el adicto a la sociedad se cuestiona si aquello a lo que aspira es moral o inmoral. Y algunos piensan: Es igual lo que sea, agrupados o no, “lo importante es que mi porción del pastel de la sociedad sea lo más grande posible”.

Juan Lama Ortega

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