De la psicología positiva a gestión de la felicidad

13 Agosto 2020

Me di cuenta que ya existía bastante acerca de la felicidad, pero la mayoría con una mirada muy psicológica, área que respeto mucho pero no es mi profesión ni tampoco en el área del management en el cual me desarrollo como profesional. 

José Luis Silva... >
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Cuando en el año 2018 publiqué el libro “Gestión estratégica de la felicidad”, lo que planteaba era que tal concepto se alineara a una estrategia, a que todos ganaran, dueños de empresas, gerentes como trabajadores. Que una organización pueda rentabilizar como objetivo primordial, pero no a toda costa. Recuerdo que la idea de publicarlo nace por un interés de dejar algo a los nietos, pero un día vi una entrevista de Cristian Warnken a Tshiteem, Secretario de la Comisión Nacional para la Felicidad del Reino de Bután en el programa “Una belleza nueva”. 

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Desde ese momento empecé a generar la idea de plantear un modelo de gestión de felicidad que pueda ser aplicado a nivel organizacional, por lo que comencé una investigación muy prolija a nivel nacional e internacional. 

Me di cuenta que ya existía bastante acerca de la felicidad, pero la mayoría con una mirada muy psicológica, área que respeto mucho pero no es mi profesión ni tampoco en el área del management en el cual me desarrollo como profesional. Había leído artículos que hablaban de clases de felicidad dictadas en Harvard por Achor, de Seligman respecto a la psicología positiva, de las clases de Felicidad organizacional de Fernández en la UAI, pero siempre desde la perspectiva de la Psicología. Y también tenía mi pequeño conflicto con tal concepto, pues creo que las organizaciones no sienten ni producen, son las personas y la importancia de sus decisiones son claves en todo proceso estratégico. 

Por lo tanto, quise proponer en el libro un modelo compuesto por ocho dimensiones como son la Gestión apreciativa relacionada la posibilidad de todo ser humano de tener una nueva oportunidad, de sentir que es tomado en cuenta, ser considerado y de ser apreciado; Gestión de la calidad operacional dimensionada como una perspectiva del diario vivir, más que certificaciones burocráticas de calidad pegadas en una pared; Gestión del vínculo, apuntando a las interacciones con pares y con superiores de forma confiable, segura y respetuosa; Comunicación positiva, con el simple interés de saber comunicarnos como saber escuchar y saber decir las cosas; Gestión del ocio, que apunta a una estructura de descanso con una relación crucial del equilibrio entre trabajo y ocio; Eliminación de limitaciones, basada en la gestión de personas hacia la sanación de cualquier limitación que producen los miedos y las ataduras; Gestión trascendente, alineada al logro de objetivos estratégicos y en el desarrollo de las personas que vayan más allá de lo tradicional; Y finalmente, cualquier práctica emergente nueva que tenga algún impacto estratégico y que trasunte en la felicidad de las personas. 

Todo lo anterior, sujeto a inductores clave de procesos organizacionales como es el liderazgo trascendente, las personas como pilar, énfasis en el reclutamiento y en la generación de una cultura de bienestar. A lo mejor, podría ser una alternativa para hacer las cosas en forma distinta.