Celebración por los migrantes reunió a fieles en el Santuario de La Candelaria de Copiapó

Celebración por los migrantes reunió a fieles en el Santuario de La Candelaria de Copiapó

31 Enero 2014

El octavo día de la novena estuvo dedicado a los extranjeros residentes en la región.

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Como cada día, después del rosario comenzó la catequesis, preparada por Monseñor Gaspar Quintana, y leía por el Vicario General, P. Alejandro Castillo Camblor.

En sus palabras el Obispo recordó al Papa Benedicto XVI cuando dijo que “no se comienza a ser cristiano por una decisión o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que es Jesús”. También subrayó algunos problemas para su seguimiento, como el debilitamiento de la vida cristiana en la sociedad, en la que muchos de alejan para caer en idolatrías. “Desorientadas en cuanto al sentido de la vida, muchas personas se dejan llevar por los desórdenes de una vida falsa, licenciosa y anárquica” dijo, e invitó a “valorar la vida humana, la constitución natural de la familia basada en el amor entre un hombre y una mujer, la dignidad de cada persona”, señalando a María, “la mujer iluminada”, como ejemplo de cómo vivir buscando hacer la voluntad de Dios, para que la sociedad, el país, atacama, sea una gran familia con pan, respeto y alegría para todos”.

Una integrante de la comunidad parroquial del Santuario de La Candelaria compartió con los presentes un agradecido testimonio de fe y amor a Jesús y a María Candelaria.

Misa en el día de los migrantes

La misa comenzó con una procesión de entrada que incluyó a extranjeros de distintas nacionalidades, que venían con sus banderas o trajes típicos. El P. Alejandro Castillo presidió la eucaristía, junto al P. Franklin González.

En su homilía, el P. Alejandro habló de la nueva realidad que se configura con la incorporación creciente de hermanos de países vecinos. Dijo que muchos de ellos “buscan nuevos horizontes para una mejor vida; no es fácil migrar, exige mucha fortaleza y esfuerzo” y agregó que “los migrantes no sólo traen sus manos para trabajar, sino también su cultura, sus costumbres, su religiosidad, su búsqueda de Dios, su cosmovisión, sus prácticas”, y pidió al Señor “que nos ayude a valorar el aporte que hacen a la vida nacional y a la Iglesia, y a que la Iglesia siempre sea Madre que acoge a todos sus hijos, que no mira fronteras, que acompaña y hace fecunda la vida de todos sus hijos”. “María, que vivió la experiencia de la migración con José y el pequeño Jesús, -dijo- nos ayude en la tarea de denunciar proféticamente lo que atenta contra la vida y la dignidad de los migrantes, y a ayudarles a vivir su fe para que sean buenos discípulos misioneros del Señor, porque todos estamos llamados a ser luz”.

Las ofrendas consistieron en elementos propios de distintas culturas latinoamericanas.

Un corte de luz en el sector del altar después de la consagración causó sorpresa pero no empañó la celebración, que finalizó con el traslado de la imagen de La Candelaria de vuelta al interior de su templo.