Área Periodística de La Nación sobre el cierre del diario: "Hablar de venganza para nosotros es absurdo"

30 Septiembre 2012

Agradecemos las muestras de apoyo de la oposición, pero eso no nos convierte en sus partidarios. Todo lo contrario, hemos sido críticos respecto de su política y acciones frente a nuestro medio, pero más que culpas proponemos acciones destinadas a preservarlo.

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A la opinión pública, los políticos y el Gobierno:  

El lunes 24 de septiembre quedará marcado como una fecha nefasta para la libre expresión, el pluralismo y, en definitiva, para la democracia.

La Junta Extraordinaria de Accionistas de la Empresa Periodística La Nación S.A. confirmó la decisión de “disolver y liquidar” la empresa que sustentaba un diario de 95 años.

El área periodística del diario La Nación manifiesta lo siguiente:

Nuestra defensa del diario La Nación no empezó esta semana, tampoco al inicio del gobierno del Presidente Sebastián Piñera, sino mucho antes, durante la administración de la Concertación. En muchos momentos, defendimos la independencia del trabajo periodístico que se desarrollaba en el diario, por cuanto al trabajar en un medio con propiedad del Estado, comprendemos que se trata de la representación de todos los chilenos y no sólo de una fracción y,  mucho menos, del gobierno en particular. Fuimos desarrollando esa certeza con los años, hasta hoy que tenemos una postura clara, con propuestas que esperamos sean escuchadas por la clase política.

Denunciamos y combatimos las utilizaciones que se hicieron de espacios de debate político en función de una persona, en contra de otra o en medio de una campaña electoral. No nos gustó, nos opusimos (sólo como ejemplo, la denuncia pública del 16 de abril de 2008, luego de la portada negra en la destitución de Yasna Provoste), algunas veces logramos detenerlos, pero en muchas sucedió lo que ocurre en todos los medios del país a diario,  las líneas editoriales se imponen.

Pero el diario La Nación es mucho más que eso. Al igual que la sociedad, no se reduce sólo a los titulares políticos y la foto de portada, entre sus páginas se develaron abusos, se denunció discriminación, se propició la apertura de temas de infancia, derechos sexuales, de género, medio ambiente, etnias. Desde siempre tuvo especial énfasis en derechos laborales, huelgas, proyectos y desafíos de las pequeñas empresa, sendos reportajes sobre grupos económicos y fraudes financieros.  La cobertura y análisis internacional siempre fue y es destacada. El deporte en todas sus disciplinas, la revista Triunfo y Fusta, legendarias en el periodismo deportivo.  En el ámbito cultural se hizo una especial contribución en todas las disciplinas, es así como muchos artistas pueden dar testimonio  que su primera aparición en la prensa fue en La Nación.

Este Sindicato es el único que tiene la representación de lo que piensa el área periodística del diario La Nación, antes de su desmantelamiento y en la actualidad. La sindicalización es de prácticamente la totalidad de los profesionales (sólo se excluye el director y una editora). Con ese nivel de respaldo y con total coherencia de nuestros actos, sostenemos que no hemos atribuido la decisión del cierre del medio a una venganza por lo que publicó el diario en tiempo electoral. Eso a pesar de ser testigos de la declaración pública del entonces candidato y hoy Presidente de la República, Sebastián Piñera, sobre su intención de cerrar el diario si era elegido.

Hablar de venganza para nosotros es absurdo

Siempre hemos declarado lo absurdo de una venganza de esta especie, por cuando desde que el nuevo gobierno asume, se transforma automáticamente en el nuevo “dueño” del diario (en nombre de los chilenos) y en tal calidad, nombra con total libertad (sin regulación alguna) a cuatro representantes en el directorio, en representación del 69% de las acciones de la sociedad y con ellos se pone a la cabeza de su administración y línea editorial.

No entender este cambio fundamental es como creer que, al comprar una casa, debemos no usarla o cerrarla por lo que hicieron sus antiguos dueños. Es esta administración y no otra la que  decide lo que se hace o no respecto del diario. La decisión adoptada el 24 de septiembre en la Junta Extraordinaria de Accionistas, es una muestra de ello.

En la actualidad, La Nación en su versión digital (desde diciembre del 2010), es un medio pluralistaque intenta reflejar en sus notas, esencialmente informativas, la amplia gama de acontecimientos del país. 

Tenemos mucho que mejorar, pero ciertamente todos los índices de medición son positivos, todo un logro si se reconoce que ha debido sobrevivir a la permanente reducción y la incertidumbre sobre su continuidad. No hemos denunciado censura, porque no la ha habido, este equipo periodístico ha podido trabajar en libertad en todos los temas que se ha propuesto. 

Muchos políticos han opinado con total desconocimiento sobre  la situación actual de La Nación. Con todo respeto, estimamos que el senador Carlos Larraín desconoce que hoy el diario La Nación está muy cerca del autofinanciamiento, el que no tardaríamos en superar si no fuera por el permanente debilitamiento institucional e incertidumbre sobre su futuro, además de carecer de un proyecto institucional que permitiera traducir el buen tráfico de visitas (lectores del diario) en publicidad comercial. Sin embargo, el traspaso del avisaje legal que tenía el diario de papel fue un éxito y le permite al sitio obtener ingresos importantes que lo hacen viable económicamente.  

Agradecemos las muestras de apoyo de la oposición, pero eso no nos convierte en sus partidarios. Todo lo contrario, hemos sido críticos respecto de su política y acciones frente a nuestro medio, pero más que culpas proponemos acciones destinadas a preservarlo. También agradecemos las muestras de apoyo de distintos sectores políticos, entre los cuales hay personas de Gobierno. 

Seguimos sosteniendo que  no sólo atenta contra  la fuente laboral de 117 personas (de las 340 que éramos en el 2010), sino al derecho que tiene Chile de contar con un medio público, pluralista y que realmente pertenezca y esté al servicio de todos los chilenos. No importa la figura jurídica que lo sostenga, pero que entregue garantías de ser administrado con independencia.

El Presidente Sebastián Piñera dijo en la última cena de la Asociación Nacional de Prensa (ANP) que“el diario de propiedad de todos los chilenos, La Nación, dejó de ser un diario al servicio del gobierno de turno y de propaganda gubernativa y se ha transformado en un diario al servicio de todos los chilenos”. Queremos que esas palabras se materialicen en hechos concretos, que decida darle continuidad a este proyecto que él mismo ha reconocido como plural.

El ministro Pablo Longueira ha dicho hoy que “Comparto la decisión del gobierno, en forma muy clara, fui víctima de ese diario por mucho tiempo y no quiero que ningún chileno lo sea. Y yo sé que ellos saben lo que estoy diciendo“. (El Dínamo, 25 de septiembre 2012). El diario al que apunta el ministro no existe, cambió de dueño en marzo del 2010 y hoy es administrado por el gobierno del que es ministro.Si fue dañado, lo sentimos aunque no somos los responsables, de la misma forma que sentimos si cualquier persona se vio ofendida o dañada, sin embargo, eso no justifica su cierre, más bien los debería motivar a proporcionarle eso de lo cual carece: una regulación que le otorgue independencia de los poderes políticos, económicos y religiosos, en respeto al libre pensamiento de los chilenos y chilenas.

No se ocupan los mismos calificativos respecto a otro medio, cuando el ministro Longueira acusó al medio de afirmar “hechos y situaciones falsas y que sólo existen en el ámbito de las oscuras especulaciones” (La Tercera, Martes 29 de mayo de 2012, sección Cartas al Director)

La Nación en sus 95 años ha tenido decenas de proyectos, aciertos, desaciertos, buenas ideas, malos proyectos, pero miles de personas, organizaciones, actores sociales, artistas o políticos han visto entre sus páginas notas periodísticas que por primera vez consideran que sus problemas o proyectos son noticia. Ellos también deberían importar. 

Sostenemos una vez más que hoy no existen razones de peso, ni políticas, ni económicas, para cerrar un medio periodístico como La Nación en democracia.