El desafío pendiente

El desafío pendiente

07 Julio 2020

¿Qué nos falta? para dar este salto cualitativo y transformarnos efectivamente en un “jaguar”. Evidentemente, estos felinos, no son perfectos y por más desarrollo que alcancemos, siempre van existir requerimientos y se producirán injusticias. 

Carlos Martin P... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Ciudadano

En Chile actualmente – más allá de esta época de pandemia -hacen falta que se consoliden en nuestra cultura, algunos aspectos esenciales para nuestro desarrollo.

Con lo que tenemos; hemos avanzado lo suficiente en el mundo. Efectivamente nuestro país ha crecido y se ha desarrollado en términos importante en el contexto latinoamericano. Estamos en “primera división” y nuestras ciudades son referentes en el vecindario. Santiago (a pesar de los daños causados por la, para mí, revolución anarco populista que vivimos el año pasado)  le da “cancha, tiro y lado” en muchos aspectos urbanos a Buenos Aires, Río, Montevideo, Lima y otras capitales o ciudades importantes del continente, sin desmerecer a las referidas urbes y reconociendo sus fortalezas.

Sí. Efectivamente pertenecemos a la OCDE, “la primera división” del mundo. Pero nos movemos en los últimos lugares de ésta.

A modo de ejemplo, estamos en los primeros lugares de Latinoamérica en número de patentes y publicaciones. Pero si nos comparamos con Europa o países de Asia; nos falta un “océano” de distancia. O, lo que gastamos del PIB en investigación y desarrollo (I+D) Chile ocupa el lugar 56 con el 0,379%. A modo de odiosa comparación: Israel con el 4,1% del PIB y un país como Turquía 3 veces más porcentualmente que nosotros.

Y Así podemos seguir colocando ejemplos. Entonces ¿Qué nos falta? para dar este salto cualitativo y transformarnos efectivamente en un “jaguar”. Evidentemente, estos felinos, no son perfectos y por más desarrollo que alcancemos, siempre van existir requerimientos y se producirán injusticias.

¿Cuál es el desafío pendiente? Transformarnos en un país más libre, justo, desarrollado y feliz. Coloco la idea de felicidad al último, precisamente por ser la finalidad de todo ser humano.

No tenemos espacio en esta columna en entrar a profundizar estos conceptos, pero sin entrar en disquisiciones sobre ellos, podemos asegurar que el 99 % de las personas lo comparten, aunque discrepe de sus alcances.

Dejando “cetiris paribus” estas variables, nos adentraremos a los aspectos que Chile requiere para obtener su consolidación. ¿Cuáles son estas condiciones “ideales”?

Podemos dividirlas de dos tipos: valóricas y de gestión. Una sin la otra, no se cumple el objetivo humano de desarrollo y de la felicidad humana.

En el ámbito valórico podemos destacar al menos cuatro brechas a mejorar y que notoriamente se complementan.

Un mayor amor por la libertad. Sí; aún nos falta amar más nuestra libertad para pensar, para crear, para decidir, para poseer e incluso para compartir. Dios nos dio libre albedrío a pesar de nuestras falencias. Tomar decisiones es humano.

Parafraseando a Manuel Azaña; último Presidente de la república española, se le atribuye haber dicho que “La libertad no hace más felices a los hombre, los hace sencillamente más hombres” Muchos chilenos temen decidir. Prefiere que otros o lo que es peor; el Estado decida por ellos. Mientras más capacidad tenga de decisión, más “hombre” o ser humano seremos.

Un mayor amor por el trabajo. Sí; también nos falta como sociedad, amar el trabajo. El trabajo como sacrificio, como medio de productividad y fundamentalmente como medio de realización personal y contribución social. Y si el trabajo es “una técnica de transformación de la naturaleza” que radica de la propia dignidad y libertad humana como lo plantea San Juan Pablo II en encíclica “Laboren exercens”.  Trabajar para generar posesión y contribuir, con sacrificio y amor, es vital de igual modo para ser más desarrollados y más humanos. Muchos chilenos aún “sacan la vuelta en el trabajo” o desean expropiar las legítimas riquezas que otros generan con su trabajo”

En tercer lugar. Falta un mayor amor por la justicia. Justicia en su dimensión de “dar a cada uno en lo que corresponde” en lo que somos iguales; igualdad. En lo que somos distinto; diferencia. Más allá de las definiciones del término “justicia” como valor y objetivo. Podemos decir con Sigmund Freud “El primer requisito de la civilización es la justicia”. Para lograr el bienestar común se requiere paz y para lograr la paz se requiere justicia. Justicia en todos sus ámbitos que evidentemente contempla la distributiva o la social. Pero si no tenemos libertad y no trabajamos con autoexigencia, teniendo derecho a disfrutar de los bienes que esto nos genera, no habrá justicia social y no existirá redistribución en nuestra sociedad. Muchos chilenos, no entienden que las personas poseemos derechos en cuanto cumplimos con nuestros deberes. De no cumplirse esta máxima, no habrá justicia y no habrá desarrollo.

Si bien la probidad y la honestidad constituyen atributos altamente valorados en el discurso; no lo es tanto en la práctica. Falta mayor amor por la probidad y la honestidad. Se coloca legítimo énfasis en la honestidad y en la probidad que deben poseer las autoridades del país, pero este es un imperativo para todos los ciudadanos. Porque somos libres, podemos no ser probos y honestos en el mundo del día a día

Trabajar de manera justa, es signo de probidad y honestidad y consecuencia de nuestra libertad El “yo no estafo a nadie”. Es indicador de la probidad individual, necesaria para que exista a nivel social. Muchos chilenos, les exigen a las autoridades o líderes del mundo privado ser honestas. Lo que está bien, pero olvidan su propia exigencia a actuar dentro de la legalidad, respeto por los derechos y bienes de los otros.

Nietzsche decía “No hay reglas, no hay normas, no hay leyes; no hay otra guía que un poderoso instinto de probidad de honestidad, de bondad y honradez”. La honestidad es la base de toda conducta humana.

En lo que dice relación con los aspectos de gestión. Existe un mayor consenso en la actual sociedad nacional al respecto. Creo que hemos avanzado de todas maneras en estos procesos, si bien; falta en la práctica profundizar en los hitos de gestión y que dicen relación con los fundamentos del proceso administrativo y los modelos de gestión. Que los conocemos pero no siempre aplicamos de manera efectiva en la actividad pública y privada.

Visión Estratégica: Las autoridades de todas las entidades deben ser capaces de realizar análisis estratégicos. Estrategia proviene de griego “estrategos” que significa general. Es un concepto que engloba la totalidad de las variables internas y externas pertinentes para la acción. Debe considerar el escenario y al “adversario” Objetivos definidos, recursos de todos los involucrados, medios adecuados para la acción, y escenarios claramente identificados.  La planificación estratégica debe ser efectiva y permanente. Ver más allá del bosque. Si el gobierno, las empresas y las organizaciones. E incluso las personas, no poseen visión estratégica; los resultados, no serán los esperados, casi siempre. En Chile existe una brecha importante para la gestión en esta materia y cuando se efectúa, a veces no pasa de ser un ejercicio intelectual y sin aplicación práctica.

Capacidad de reconocer las necesidades (propias y ajenas): En el mundo político y empresarial se definen en la actualidad “orientados a las necesidades del cliente” sea el ciudadano o el consumidor. En esto hemos avanzado bastante, pero no lo suficiente.

En primer lugar, se debe conocer claramente las necesidades propias y orientarlas al cumplimiento de las carencias objetivas reconocidas de los otros. El producto óptimo será la articulación efectiva de las necesidades propias con la ajenas. Aún falta desarrollar más esta variable, no significando por esto caer en licencias éticas, políticas y normativas que nos enfrenten con el bien común por cualquiera de las partes.

Esta actividad también requiere de métodos y estructuras de trabajo, absolutamente internalizadas por los actores del proceso.

Capacidad de Gestión y de toma de decisiones: En la actualidad las organizaciones se encuentran bastante acostumbradas a tomar decisiones y no pasarse en “discusiones estériles” o en “comisiones eternas” Lo importante es reforzar el respeto de todos por la toma de decisiones por parte de la autoridad legítima y contribuir individualmente a que esta decisión sea de calidad; en concreto, que se oriente a la solución del “problema”  

Evidentemente que en la medida que la calidad de la información que se disponga, ayudará a tomar decisiones correctas y que de existir una visión (plan) estratégico que contemplen las necesidades y características de todos los involucrados, se podrá cumplir de manera más efectiva y eficiente con los objetivos de desarrollo

Siempre deberá tomarse una decisión y siempre existirá un costo alternativo por esta acción: lo sabemos, pero no por eso no debemos dejar de hacerlo y esforzarnos porque sean de “calidad” Esta máxima también es válida para las decisiones y gestiones personales y no quejarse o culpar a otros, o al sistema por el resultado de nuestras decisiones, aparte de las legítimas “ayudas” que podremos esperar por nuestros “fracasos” y que son claramente nuevas oportunidades de desarrollo personal y social.

Capacidad de evaluación y de mejora: Esta etapa es quizás la que más cuesta integrar a la cultura de la gestión colectiva y sobretodo personal, y es definitivamente la más crítica. No efectuarlo de manera regular cada uno de nosotros, nos condena al definitivo subdesarrollo. La autocrítica nos cuesta mucho, tanto en lo organizacional y especialmente en lo individual. Lo importante es entender que no se trata un mero ejercicio de autoflagelación o de autocomplacencia. Debe ser un ejercicio personal y organizacional, metódico y que nos permita incorporar los ajustes y las necesarias mejoras para perfeccionar o adecuar la gestión. Esta “acción” es lo más probable la de mayor dificultad de conseguir y absolutamente esencial para dar el paso cualitativo cultural para el desarrollo.

En resumen: Necesitamos una nueva cultura que profundice y refuerce las los valores y las capacidades de gestión por parte de cada uno de nosotros en lo individual y en lo sistémico total, y que incorpore naturalmente una orientación al bien común.

A lo mejor nada nuevo en mis palabras pero “necesarias” para el Chile actual desde mi perspectiva. Son las variables a desarrollar para acercarnos al “desafío pendiente”

Carlos Martin Prunotto.