Fomentemos la lectura

18 Diciembre 2010
Las nuevas tecnologías han tomado auge y todo lo que se pueda hacer desde el punto de vista institucional o particular para fomentar el hábito de la lectura, vale. Por Verónica Zamorano.
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Nadie duda que leer un libro es vivir una gran aventura, pero desgraciadamente no siempre destinamos el tiempo necesario para sentarnos a disfrutar cada una de las páginas de un libro, y preferimos ver la novela que seguimos por meses o bien ver una película.

Años atrás, cuando no vivíamos con tanta tecnología al alcance de nuestras manos, la lectura era un modo de distracción mucho más recurrente para miles de personas, incluso para los niños; quién no recuerda el empeño que poníamos en tratar de imaginar cómo serían los personajes buenos y malos de nuestros cuentos predilectos (La Cenicienta, La Bella Durmiente, La Bella y la Bestia, Los Tres Chanchitos, el inolvidable Papelucho y muchos otros tantos personajes que para cada uno de nosotros tenían rostros diferentes).
Desde hace años, algunas instituciones han contribuido a retomar la lectura como un elemento protagónico en la educación de la población, sin diferenciar por edades; porque todas las generaciones y gustos encuentran opciones de acuerdo a sus preferencias. No obstante, no es secreta la competencia con juegos electrónicos, dibujos animados, novelas televisivas, películas y otras variantes que representan un buen combate de la literatura, la cual no carece en ningún momento de atractivos y de cualidades estimulantes.
Sin embargo, las nuevas tecnologías han tomado auge y todo lo que se pueda hacer desde el punto de vista institucional o particular para fomentar el hábito de la lectura, vale. Hay que enseñar a nuestros hijos ese gran placer que se puede sentir ante un libro cuando éste se convierte en fiel confidente de sueños, en maestro, oasis, consuelo o espina.
Los profesores y maestros, que pasan la mayor parte del día con los niños y los jóvenes, deben recordar que ningún medio tecnológico complementario puede sustituir su voz y estimulación. Una lectura adaptada a las características de los estudiantes, a sus intereses y motivaciones, ya sea un texto en prosa o en verso, si es bien llevada y toca las fibras del corazón de los muchachos, puede a cualquier edad abrir las puertas para la próxima obra.
La buena lectura es una forma no sólo de fomentar valores y de ejercitar la mente, sino también una fuente de conocimiento. Por ello es vital conquistar desde la niñez el gusto por los libros. Y en esta tarea la familia y la escuela son prioritarias para engendrar las alas que -una vez que crecen- volarán por el camino de la imaginación.

El hábito de la lectura es un elemento que ayuda en la vida, pues hace más llevadero el diario vivir y más entretenido para los jóvenes estudiantes el investigar en búsqueda de información y conocimiento de forma más racional y científica. No podemos permanecer imperturbables ni dejar estremecernos por el miedo a que las actuales generaciones se conviertan en un desmoronamiento de imágenes, acciones y movimientos frente a la pantalla de un computador, ante los mandos de un Atari o ante las figuras estáticas que proyecta un televisor cuyos programas poco o nada entregan.

Como colectivo debemos preocuparnos y comprometernos a formar personas y no robots. Empecemos ya el rescate y el fomento de la lectura.
Foto:
Manuel Sagredo