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La polémica por la eutanasia tiene un nuevo capítulo y esta vez la página se escribe desde Copiapó. Según informó Diario Atacama se trata de Sandra Lissette Peña de 35 años, quien a los 29 sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) que la dejó inmovilizada y le quitó la capacidad de respirar por sí sola, por lo que ahora depende de una máquina para realizar esta función.

Lissette, como le gusta que la llamen, antes del ACV sufrió una trombosis venosa cerebral, por lo que ingresó al Hospital Regional de Copiapó con los diagnósticos de trombosis venosa cerebral en tratamiento anticoagulante, accidente cerebrovascular de tronco encefálico secundario, tetraparesia severa secundaria, insuficiencia respiratoria global neuromuscular y vejiga neurogénica secundaria.

A más de seis meses de terapia crónica es posible señalar que su estado actual será permanente, con secuelas permanentes superiores a 2/3 de su capacidad funcional, con incapacidad definitiva de retomar actividades laborales previas.

De ahí ha pasado 6 años postrada por este diagnóstico, utilizado por su familia para hacer valer la pensión por invalidez, por lo que "estar así no es fácil, estoy cansada de vivir así, siento que tengo de esclavos a mis papás. Mi mamá no puede salir, porque la niña que me cuida lleva poco tiempo y está aprendiendo".

Diario Atacama le preguntó que si deseaba la eutanasia, y respondió que "sí", agregando que "yo sé que no me voy a recuperar, porque cuando me pasó esto, se me murieron las neuronas de la respiración y del movimiento".

Pese a los deseos de Lissette, el proyecto de ley de eutanasia se encuentra entrampado en la Comisión de Salud de la Cámara en disputas entre Gobierno y oposición.