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La brecha digital es un nuevo concepto que busca definir cuán cercanas son las personas al uso de la tecnología, es precisamente esto lo que buscó medir un Estudio realizado durante tres años por Teresa Correa, investigadora de la U. Diego Portales e  Isabel Pavez de la Finis Terrae, en zonas que estuvieron completamente aisladas, como la localidad de Inca de Oro, cerca de Chañaral. 

En este lugar, según las investigadoras, muchos de los encuestados no conocían la tecnología, y si lo hacían, no la valoraba como algo útil en su vida. 

"El aislamiento geográfico también permea en la mentalidad de las personas y los predispone a temer a lo desconocido. Muchos tenían valoraciones negativas de la tecnología como, por ejemplo, que aliena a las personas, es causante de enfermedades o se usa para acceder a pornografía", explica Correa.  Las investigadoras cuentan que  los vecinos, de Inca de Oro, recubrieron la antena con madera ante el temor de que produjera problemas de salud en los niños de una escuela aledaña.

Las razones

Según el estudio, el factor económico no es el determinante, pero si lo son el nivel de escolaridad y la presencia de niños en los hogares, motivos por los que las familias son permeables a recibir y a apropiarse de la tecnología. 

Estas variables se encuentran presentes en las zonas aisladas, puesto que en estos lugares la población es más envejecida que en el resto del país, producto de que los jóvenes deben migrar a estudiar la enseñanza media en pueblos más grandes y muchos no regresan. "Los hogares se quedan así, sin ese agente de cambio", afirma Correa.