Opinión: "Ciudadanía y Reivindicación Social"

Opinión: "Ciudadanía y Reivindicación Social"

30 Octubre 2015

El ciudadanismo es fundamental para el desarrollo de una sociedad, sin este concepto el estancamiento es irreversible. 

Andrés Gillmore... >
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Es indudable que el paradigma ciudadano en Chile se ha modificado sustancialmente y en todo sentido, dejamos de ser una ciudadanía entregada y pasamos a ser una sociedad obligada ante las circunstancias a salir a la calle por sus reivindicaciones, entendiéndose que de no ser así nada cambiaría y todo seguiria en un inmovilismo destructivo. El rápido surgimiento de las grandes marchas en el 2011 en temas tan profundos y decisores como HidroAysén, Educación, Medio ambiente y Constitución, propició que en cierto momento nos llenamos de Movimientos Sociales especialmente en regiones extremas. Se podría decir que de una u otra manera refundaron la participación ciudadana y el concepto de lo que de ello entendemos a un nivel histórico nunca antes visto y delinearon el actuar de los gobiernos presentes y futuros.

El ímpetu por las reivindicaciones sociales de una u otra manera han quedado reducido a un mundo interno y porqué no decirlo elitista, en una sociedad amarrada a una institucionalidad amordazante, con grandes contrarios para que no sea modificada por medio de los intereses creados que habitan en el gobierno y en el mismo congreso.

Variados estudios realizados han demostrado que la ciudadanía como construcción social ha tenido la capacidad de desnudar la visión legalista de la perspectiva liberal del modelo económico neoliberal y no solo en Chile, desafectandolo como proceso de desarrollo, vinculando su desafectación al desarrollo al no reconocer los derechos civiles, políticos, sociales y culturales de los ciudadanos, que tomando esas lideranzas han conformado estrategias de mejoramiento social y con esa base concebir un desarrollo más justo, aliado a la búsqueda de un bienestar consolidado y sustentable, que permita la posibilidad de conformar instituciones de seguridad social, educativa y medioambiental, con un carácter más evolucionista y sustentables, que esten verdaderamente al servicio de la comunidad bajo el concepto ciudadano y que este no se resuma de forma simples, como aquel individuo que trabaja mucho, gana poco y se endeuda para consumir con altas tasas de interés para mantener el modelo y que su opinión de nada sirve, salvo para votar de cierta manera, enfatizando la diferenciación de los actores y la lucha por demandas con intereses de clase.

Conformar esa visión transformadora de una ciudadanía consciente de su realidad y de su perspectiva de vida y su desarrollo social e histórico se podría decir que es la gran tarea de la sociedad en la actualidad y con ello ha permitido el surgimiento de los movimientos sociales y las nuevas orientaciones ciudadanas, más conscientes de su culturalidad y de sus derechos fundamentales.

Si hacemos un análisis comparativo y exponemos nuestras diferencias con países miembros de la OCDE, entenderíamos que tenemos mucho camino que recorrer si verdaderamente queremos desarrollarnos y proyectarnos sustentablemente como sociedad. El esquema ciudadano de un punto a otro de la ecuación, se distinguen y se diversifican en base a las prácticas ubicadas en el ámbito público y privado y que solo son posibles a partir de una participación activa desde abajo y que no toleran la pasividad impuesta por el modelo de desarrollo neoliberal, como estrategia de consolidación de la clase empresarial.

La formación de ciudadanos conscientes de su energía vital para entrar en batalla por sus derechos y no morir en el intento, se ha transformado con el tiempo en el mayor desafío de una sociedad que pretende proyección social, sobre todo en países trastocados en su estructura económica por los flujos migratorios, que en Chile han aumentado de manera considerable en los últimos años, cambiando profundamente los paradigmas laborales, cambiado la realidad social y la perspectiva laboral, produciendo tensiones estructurales que no necesariamente corren a favor de la ciudadanía, que a la larga terminan empoderando la necesidad de proyectar un modelo económico más justo y adecuado, ante las verdaderas necesidades de una población consciente de su realidad, de sus posibilidades y sus obligaciones.

La existencia de movimientos sociales han  sustentado desde las mismas necesidades individuales, la norma mínima de movilidad con formas autónomas ante un modelo de desarrollo que en la actualidad carece de sentido común ante las reivindicaciones naturales y necesarias en la evolución natural de una sociedad, que se cree independiente pero no lo es, surgiendo mundos paralelos fusionados y totalmente interdependientes entre sí. Los primeros en la esfera pública y los segundos en la esfera privada, vinculados inexorablemente al clientelismo, con un paternalismo gubernamental desacerbado de un Estado subsidiario, con prácticas que se sustentan el aislamiento social como estrategia de consolidación.

Las tensiones sociales que vivimos en la actualidad, generan naturalmente las lideranzas ante los vacíos existentes y las exigencias de una élite empresarial y política, con una gran necesidad por perpetuarse, que de una u otra manera no ha querido proporcionar salida alguna, entrando en una contradicción irresoluble de carácter propio,ante los verdaderos derechos ciudadanos de lo que debe prevalecer realmente, poniendo en evidencia las contradicciones estructurales y los antagonismos de clase ante la pose de una seuda propiedad privada, relacionada directamente con los recursos naturales, que son de todos y no solo de algunos.

El desarrollo de los derechos ciudadanos en Chile durante la dictadura no existieron literalmente; al llegar la democracia en 1989 como una manera de consolidación estratégica, pasaron desapercibidos en la transición y con ello condiciono una sociedad que no tuvo consciencia de ellos, acallando por décadas las luchas sociales, imponiendo una forma de hacer carente del concepto ciudadano y sin generar reformas sociales, culturales e históricas de las reivindicaciones naturales de una ciudadanía omitida en la diferenciación natural que poseen las sociedades ante su propia territorialidad y que no supo tomar en cuenta las diferenciaciones propias, poniendo límites al ejercicio ciudadano como medio de expresión y de reivindicación social.

La dinámica ciudadana transformó a los actores sociales y con el pasar de los años adquirieron la inherente necesidad de entrar en batalla por cambios estructurales y desarrollar una sociedad más ética y justa y tener la capacidad de generar identidades propias, entendiendo que ser ciudadano implica un proceso de búsqueda y de construcción de una identidad cultural y social, para defenderse de los embates de un neoliberalismo que no los contempla como ciudadanos.

La implicación cultural de las ineptitudes naturales del modelo neoliberal, obligan a establecer y reconsiderar que la identidad social es un fundamento de solidaridad de grupo al cual se pertenece. Por eso cuando nos referimos a identidad cultural no pensamos en un valor ético inamovible, sino, en una una forma de expresar prácticas que pueden ser contradictorias muchas veces ante las tensiones inevitables por la sobrevivencia entre incluidos y excluidos, que por lo demás son naturales en toda sociedad que se precie, por lo tanto muy necesarias para la evolución social.

El estudio de la identidad ciudadana como sujeto social, entiende que la identidad no puede ser explicada sencillamente por la integración del núcleo como un todo. La inclusión y la homogeneización de las visiones de un grupo compacto y unido en la estructura, se debe principalmente a su forma de reivindicar sus necesidades reales. De ahí que la ciudadanía como identidad colectiva se confronta constantemente con la exclusión, la diferenciación y la extrema diversidad de la sociedad moderna, ante la tensión que genera y califica las distintas formas de identidad ciudadana, ante las distintas prácticas ciudadanas y su proyección histórica como medio de reivindicación social.

Los líderes sociales luchan constantemente por ampliar la participación en un proceso solidario e independiente, que permita un cuestionamiento de los códigos dominantes, creando campos de conflicto que los ayuden a llevar adelante sus reivindicaciones y que con el tiempo se transforman en lo que reconocemos como el espacio ciudadano.

El ciudadanismo es fundamental para el desarrollo de una sociedad, sin este concepto el estancamiento es irreversible. Con el tiempo se transforma en una herramienta muy eficaz  para  conseguir cambios en la organización social y sobre todo en la toma de decisiones, ante un contexto de desigualdad ante la naturalidad de la tensión política, propiciado por un modelo desbalanceado, poco hegemónico, que con el tiempo definen las normas y las formas de participación y de distribución de los recursos y la implementación de estrategias reivindicativas de los mismos gobiernos para lograr la equidad.

Los derechos y los espacios públicos sin el esfuerzo ciudadano por estar no existen, al no reflejar las desigualdades sociales y la carencia cultural de la injusticia social y medioambiental, ante una distribución poco equitativa de los recursos, poniendo límites a las libertades en la toma de decisión; de no ser así resultan en conflictos extremadamente complicados y contradictorios ante los diversos intereses creados y mejorar estructuralmente la forma en que los gobiernos gobiernan y los políticos lideran.

Por Andrés Gillmore E.