Los animales son seres vivos, no mercancías

Los animales son seres vivos, no mercancías

19 Agosto 2014

Ciertamente la humanidad se encuentra en un punto crítico en el que reflexionar, en primer lugar sobre el consumo de carne y en segundo sobre cómo reducirlo.

Juan Lama Ortega >
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A menudo los defensores de los animales denuncian que las leyes de protección animal son insuficientes, siendo el principal escollo para una protección real la consideración de los animales como mercancías y no como seres vivos. Ya Pitágoras avisó a las generaciones venideras diciendo: “Lo que le suceda a los animales pronto le sucederá al hombre”. Buda también dejó advertencias al respecto: “Los derechos de los animales y los de los seres humanos son inseparables”. Ciertamente la humanidad se encuentra en un punto crítico en el que reflexionar, en primer lugar sobre el consumo de carne y en segundo sobre cómo reducirlo. Para eso deberíamos aprender a no diferenciar entre los llamados animales útiles y los domésticos, sin olvidar que si a los animales les va bien, también nos irá bien a nosotros.

Los animales asesinados se cuentan por millones, las cifras son escalofriantes, sin embargo cuando salimos al campo no se ven animales, y uno se pregunta ¿serán ciertas las cifras? La respuesta es sí, los animales viven entre nosotros, pero viven ocultos en enormes naves sin ventilación y sin luz natural. Millones de cerdos y gallinas salen por primera vez a la luz del sol para ser llevados al matadero, pero de esto el consumidor ávido de carne nada sabe, tampoco de la muerte en cadena, del miedo atroz que los animales padecen, ni del sufrimiento que se les infringe. Lo único que el consumidor ve es la porción de carne limpiamente empaquetada en los expositores del supermercado.

En la Tierra de la Paz no hay animales llamados útiles, porque los animales útiles son animales de los que el hombre obtiene un provecho. El objetivo de la Fundación Gabriele es crear espacios en los que los animales puedan vivir de forma digna; libres como criaturas de Dios que son, donde puedan moverse libres y en paz como corresponde a su especie, sin miedo a ser perseguidos o torturados, desarrollando una comunicación positiva con los seres humanos que se les ayudan y cuidan con respeto y amistad tanto en sensaciones, pensamientos como con las obras altruistas que les proporcionan. La gran visión del profeta Isaías hace más de 3000 años se hará así realidad: “Serán vecinos el lobo y el cordero, el leopardo se echará con el cabrito. La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán a sus crías, el león como los bueyes comerá paja y un niño pequeño los conducirá”. Daniel, un cuidador de animales en la Tierra de la paz lo cuenta así: “En nuestras tierras todos los animales viven en libertad. Si bien he de decir que para mí la relación con los llamados animales útiles fue algo nuevo y tuve que desarrollarla adecuadamente. Recuerdo que cuando comencé a cuidar un rebaño de ovejas, pensé: “Todas parecen iguales, están en el prado, comen hierba y de vez en cuando alguna bala”. No tenía ninguna relación con estos animales. Y solo cuando comencé a ocuparme de ellas, a observarlas, me di cuenta de que son auténticas personalidades: Cada oveja es diferente, y eso es precisamente lo que todo el mundo considera completamente natural en el caso de los animales domésticos. A nadie se le ocurriría decir: Todos los perros son iguales, o todos los gatos son iguales. Eso viene porque tenemos una relación personal con cada uno. Ahora se que cada animal tiene una personalidad, por eso no se deberían comer corderos igual que no se comen gatos. Creo, continua contando Daniel, que lo que falta es una relación más cercana con los animales. La mayoría de gente conoce a los animales útiles solo por el menú, donde se lee «ternera», pero una ternera es la cría de una vaca, un bebé, y lo que te sirven en el plato es un trozo de ese bebé. Hace algunos años rescatamos del matarife a tres terneras, y tuve la posibilidad de trabar amistad con ellas, así descubrí que estaban llenas de alegría y que querían descubrir el mundo, tenían curiosidad y buscaban la amistad con las personas, por lo que para mi hoy ha dejado de tener sentido el matar, desangrar y descuartizar animales para poder tener un trozo de carne en el plato”.

Juan Lama Ortega

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