A las Madres

13 Mayo 2012

Desde muy pequeño, el ser humano ha tenido una estrecha relación con la mujer. Creo que cualquier niño ha sentido lo mismo en mayor o menor grado. Supongo que, al fin y al cabo, todos hemos sido pequeños alguna vez. Por Edgardo Müller

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Planteo esto desde el punto de vista de la infancia, pues creo que no hay etapa en la cual hayamos estado más cerca o más ligados a una mujer. Todos hemos sido víctimas de aquella eterna omnipresencia (a veces hasta molesta) de nuestras madres. Quién podría decirnos que estábamos equivocados al pensar que nuestro llanto sería siempre consolado por la más piadosa y comprensiva de todas ellas.

No voy a ser yo quien por primera vez diga que sin ellas el mundo, como aquella realidad que se nos mostraba a paso lento pero seguro, se nos venía encima. Cómo resolver tantas y tan diferentes circunstancias que conforme pasaban los años se nos presentaban. Cómo decidir con argumentos qué era lo correcto cuando nos encontrábamos ante dos o más posibilidades que para nuestros inexpertos ojos y nuestro poco resuelto olfato parecían igual de válidas. Para nosotros, niños de todas las edades, el juicio acerca de las cosas no proviene, esencialmente, sino de aquellas persistentes correcciones a las que estábamos sujetos a diario.

Una madre, a muchos de nosotros, nos mostró el camino que debíamos recorrer y digo “EL camino”, pues en este mundo, existiendo un sinfín de alternativas, debíamos ser capaces de aprender al menos uno, satisfaciendo nuestras necesidades cognitivas, espirituales y también materiales. Estos serían nuestros pasos iniciales ante los cuales el mundo despertaba ante nosotros. Podremos llamarlo entonces EL PRIMERO.

La existencia del ser humano se ha visto siempre y en múltiples oportunidades, en todos los lugares y épocas, sujeta a opciones, alternativas, encrucijadas, etc. Es en estos casos cuando el juicio , la sensibilidad y la inteligencia cobran un real tamaño y permiten que nuestra sencilla existencia pueda continuar adelante. El juicio, sea moral, de valores, etc, entiendo, proviene en primer lugar del saber quién somos y para qué estamos hechos. De hecho, estimo que sin entender este punto determinante, no es posible acceder a la segunda parte del juego, pero desde luego, sin intentar encasillar estas preguntas en futuras respuestas que el medio nos ha autoprogramado: “para ser profesional”, “para tener una buena situación”, etc.

En segundo lugar pienso que el juicio tiene que ver con la experiencia, con aquellas vivencias que en la vida nos han entregado enseñanza alguna y entiéndase este punto como uno extensísimo que pudiese incluso durar toda una vida. Y ante esto ¿ Cuál es la experiencia de un niño? De manera muy respetuosa con aquellos que aún arrastran la bolsa del pan, ciertamente esta experiencia es vaga, creo hasta que en ningún caso he visto se considere a un niño una persona experimentada.

Para un niño, entonces, su juicio es una herramienta que en conjunto (reitero) con su inteligencia y su sensibilidad le permitirán sobrevivir de mejor o peor manera en conjunto con su entorno y siendo que su experiencia es poca, no queda más que confiar en que sea la madre quien haya sabido enseñar de manera delicada pero profunda y determinada a la vez , quién eres.

La vida sin duda nos ofrecerá miles y millones de maneras de vivirla. Existirán rutas , caminos , trayectos , senderos los cuales siempre o en el peor de los casos a veces nos parecerán seductores o quizás no tanto. Las oportunidades de seguir uno u otro estarán siempre detrás de la puerta pero una cosa es clara . Sea cual sea el camino que escojamos , aquel primero que se nos mostró no se olvidará nunca

Por todo esto y mucho más, gracias mamá.