Jóvenes: Ayer y Hoy

Jóvenes: Ayer y Hoy

26 Agosto 2012

Los jóvenes han cambiado, ya no son los de antes, hoy son más aguerridos, activos, muestran su inconformidad frente al sistema, hoy luchan por sus ideales. Todo ello producto de las exigencias del mundo en que hoy vivimos.

Omar González H... >
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Si usted amigo lector esta bordeando el medio siglo de existencia, de seguro podrá estar de acuerdo conmigo, sobre todo si ha podido observar o vivir en carne propia la desfachatada actitud que hoy día demuestra la mayoría de los jóvenes, con esto de ningún modo se desea encender la mecha explosiva del polvorín, solamente se pretende una vez mas poner en el tapete de la reflexión o de esa pausada discusión que nos permiten los años de circo, comparando la forma en que hoy actúa la juventud con la de antaño, cosa que por cierto no es nada nuevo insólito o raro, puesto que ya hace tiempo se hacen notar claras diferencias en el comportamiento no solo juvenil si no también en los adultos, con situaciones que evidentemente demuestran que estamos viviendo una sociedad distinta con respecto a nuestras relaciones. 

Por cierto aquellos jóvenes o adolescente que antiguamente se destacaban por una elemental madurez, cordura y respeto por el medio que le rodeaba, demostrada en sus modales, en su vestir, en su lenguaje, en sus cortesía y gentileza, en especial en relación con las personas mayores, hoy por desgracia ya poco se observa.   Quizás ello se deba a este agitado y convulsionado mundo en que nos hallamos ahora, que ha originado fuertes cambios en la manera de convivir y relacionarse con los demás, lo que evidentemente ha sido producto de las nuevas exigencias y necesidades económicas del grupo familiar, realidad que concluyentemente ha obligado especialmente a las mujeres, madres o jefes de familia a tener que ingresar de manera temprana al mundo del trabajo a fin de ayudar al sustento del hogar, descuidando así una de las principales funciones a las cuales estaban destinadas en la crianza y formación y de los hijos, desplazando los roles primordiales que le competen a los padres en la orientación y guía del comportamiento social y valórico de los hijos, padres que en otros tiempos eran sólidos pilares fundamentales

En tan sentido, cabe recordar que en la escuela básica o primaria del ayer, se daba una especie de protocolo que se incluida en los informe de la personalidad y que hacia referencia a los “modales y cortesía” los que eran evaluado en cada estudiante.   Hoy si bien persiste un tipo de normativa conductual a través de los “Manuales de convivencia”, sus contenidos no siempre apuntan al comportamiento del estudiante fuera del ámbito escolar, en sus relaciones con los otros, situación que por lo demás no es susceptible de medir.   Como no recordar así el inicio de cada jornada de clases, con la habitual formación previa, el saludo del director o directora, los actos del día Lunes,  luego al inicio de cada clase, el ingreso de cada profesor era recibido con un… ¡buenos días profesor!, o ¡buenos días señorita o señor!, obviamente todos a coro y de pie.  Hoy día eso como tantas otras reglas de distinción lamentablemente ya se han perdido en muchas escuelas

Los jóvenes de hoy no son los mismos del ayer, actúan distinto porque piensan distinto, pertenecen a una generación cada vez mas cambiante, sin embargo tampoco podemos caer en el error de generalizar, solo se trata de enfatizar aquellas tendencias que los caracterizan en sus modos de comportarse, en su hablar, vestir y actuar.  De esta manera muchos jóvenes, muchachos o muchachas lamentablemente son cada día mas irrespetuoso, irresponsables, desatentos, irreverentes, desconsiderados, descortés e indolentes, a lo que se suma las múltiples condiciones propias de una deficiente crianza por parte de sus padres o tutores, lo que se evidencia en una falta de cultura, que para muchos es la que le da la calle,  son cada vez mas atrevidos, llegando a ser hasta groseros, arrebatados, violentos, agresivos y apasionados. 

No se quiere decir con esto que los jóvenes de hoy no tengan el derecho de plantear sus inquietudes, de exponer sus ideas y proyectos de vida, pero ello debiera hacerse con el respeto que todos nos merecemos.

He ahí entonces cabe reflexionar acerca del ¿Por qué los jóvenes de hoy están experimentando cambios tan violentos en su comportamiento social?

Las razones pueden ser muchas, pero con toda seguridad la falta de una buena comunicación, la cual debiera comenzar en el hogar entre padres e hijos, igualmente en la escuela entre profesores y alumnos, en las calles con relación a las autoridades y con la gente mayor.

Por cierto que estas actitudes negativas no solo son observables en nuestro país, sino en el mundo entero. No obstante cabe también hacer hincapié en la necesidad de que los jóvenes sean “escuchados en sus demandas”, “sean integrados al dialogo”,  “sean considerados en la toma de decisiones”, pero por sobre todo necesitan también ser respetados 

De acuerdo a lo anterior es explicable entonces que el origen de este progresivo aumento en el cambio de valores que hoy vivimos, pues estamos embebidos en una especie de barbarismo valórico y actitudinal,  en que lo bueno, positivo, verdadero, autentico y efectivo de ayer,  hoy  día ya no lo sea,  lo que deplorablemente se demuestra a diario en cada instancia de nuestro quehacer cotidiano.    Para que decir del empleo del lenguaje, los jóvenes de hoy usan sus propios dialectos o jerga, si así se puede denominar,  el reemplazo de las letras y palabras recortadas es alarmante, ilegible, indescifrable, incomprensible,  la forma de comunicarse entre ellos es un verdadero misterio, implica descifrar verdaderos jeroglíficos.

No obstante y volviendo a los principios que debieran regir nuestro comportamiento y  aunque sea difícil aceptarlo, cual mas, cual menos, todos hemos sido víctimas de una equivocación en nuestros modos de actuar ante los demás, muchas veces causado por la velocidad y el escaso tiempo que disponemos.  En esto ni siquiera los adultos nos salvamos, al no respetar las normas básicas de urbanidad,  y entonces no podemos contenernos ante cualquier imprevisto que no sean de nuestro agrado, actuando con “tolerancia cero”.   Tener paciencia, ser amable, paciente, tolerante, simpático, cariñoso, complaciente, cortes, cordial, y especialmente usar debidamente el lenguaje, se hace muy difícil, hecho que se acrecienta aun mas cuando el que experimenta tal o cual situación es un joven.

Que lejos estamos entonces de aquellos tiempos en que  los buenos modales se hacían hábitos, en que demostrar estas y otras tantas virtudes eran una natural forma de vida, en que el buen comportamiento social era sinónimo de una “buena educación”;  la cortesía, la gentileza, la caballerosidad demostrada por ejemplo al ceder el asiento dentro de un bus, saludar, despedirse, dar las gracias, pedir las cosas en buena forma, pensar antes de hablar, reflexionar antes de actuar, ser amable, controlar las emociones, ser solidario, ayudar al prójimo, mantener silencio cuando era necesario, disculparse ante el error o equivocación, etc. etc.

Puede que todas estas conductas resulten un tanto ridículas para algunos, pero bien vale la pena intentar rescatarlas, puesto que ello tiene que ver directamente con el desarrollo de una buena comunicación y un efectivo cumplimiento a las normas de buena convivencia dentro de la esperanza de vivir un mundo mejor

Por ultimo un breve consejo, no olvidemos nunca ese viejo y conocido refrán que dice:

“Trata a los demás, como quieres que te traten a ti”.