El intelecto humano altera la verdadera realidad

El intelecto humano altera la verdadera realidad

14 Julio 2013

La paz llena de armonía, unidad y amor, nunca ha podido lograrse con un aspirar mundano, con presiones y esfuerzos externo.

Juan Lama Ortega >
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El ser humano está mayoritariamente orientado a la vida terrenal y a este mundo. Su consciencia por tanto está reducida y orientada sólo a lo material de estructura burda, a la existencia terrenal, que él capta y contempla como la única realidad. Quien se identifica en esa medida con la existencia material, tiene que experimentar una y otra vez la limitación de la misma.

La plenitud que ofrece este mundo se evidencia como apariencia; el alivio es de corta duración; los esfuerzos y las penas, los acosos y el aspirar a cosas, no tienen fin. Pues el hombre nunca puede encontrar en el exterior aquello que añora y espera en lo más interno de su corazón: la tranquilidad interna, la seguridad plena, el amor puro e imperecedero y la riqueza que llena el corazón con alegría luminosa y felicidad verdadera. La paz llena de armonía, unidad y amor, nunca ha podido lograrse con un aspirar mundano, con presiones y esfuerzos externo.

El presentimiento de la realidad de una existencia que tiene preparados para nosotros todos estos dones, está arraigado profundamente en las raíces de cada alma humana. Pues en nuestra alma está nuestra vida auténtica, nuestra vida originaria. Es la realidad del Espíritu, del cual procedemos, al cual regresaremos y del cual formamos parte también ahora, en nuestro interior. La consciencia de esta verdadera realidad sólo está perturbada por el egoísmo y el materialismo, amurallada por la vibración burda, dura, de este mundo y oprimida por la pretensión absoluta del intelecto humano, de que con él, debería poder entenderse todo

Para poder tomar el camino de regreso, el Camino Interno, primero tenemos que comprender quienes somos realmente. Durante su peregrinaje terrenal, a todo hombre se le da muchas veces la posibilidad de reconocer quien es, por ejemplo, con motivo de una grave enfermedad, un revés del destino u otros acontecimientos que incitan a reflexionar y a recapacitar sobre sí mismo. Aparte de esto, precisamente en estos tiempos, energías espirituales que provienen de la Fuerza primaria, influyen incrementadamente sobre nuestro planeta, para despertar, elevar y llevar de regreso al Hogar celestial todo lo que ha caído de él. En las profundidades del alma humana estas fuerzas tocan la vida que hay en ella, el Espíritu, y llevan al alma a una vibración superior, para que también el hombre despierte a la conciencia de su origen divino.

Si nos reconocemos a nosotros mismos y nos esforzamos en entregar a la luz interna nuestras características negativas, nuestros pensamientos y costumbres inferiores, o sea, si damos un paso en el Camino Interno, el Espíritu de Dios se acercará varios pasos a nosotros. El nos refortalecerá, alimentará y vivificará desde la plenitud del amor y la misericordia divinos.

Si nos esforzamos en reconocer la voluntad del Padre, en abandonar nuestra voluntad personal, contraria a la ley divina, y en realizar la voluntad de Dios y permitir que ésta se haga dentro y a través de nosotros, entonces viviremos lo que es la fuerza transformadora de la voluntad divina, del “Hágase” que nos eleva a una consciencia superior, a peldaños de una espiritualidad superior, a la vida desde y en el Espíritu de Dios. Entonces la nobleza de nuestro ser luminoso y original nos iluminará cada vez más y nos hará posible realizar grandes cosas, ya que Su fuerza, la fuerza de Dios, podrá obrar a través de nosotros.

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Juan Lama Ortega