Luchinger y Zamudio: una lección en común

11 Enero 2013

Chile tiene la oportunidad de asumirse como nación donde co-existen diferentes etnias, cada una con su aporte a partir de su cosmovisión, su relación con la naturaleza, sus manifestaciones artísticas, su forma de organizar la familia, su especial método de resolver sus conflictos.

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Todo atentando contra una vida me parece imperdonable. Sin embargo, cuando la violencia surge como resultado de nuestra cultura discriminatoria, me parece aún más inútil, y de ahí el imperioso llamado a extraer las debidas lecciones que nos conduzcan al ¡Nunca MÁS!

En el caso de Daniel Zamudio, fue el rechazo a personas con opciones sexuales diferentes y que permitió un avance definitivo en la institucionalidad chilena, manifestado en la promulgación con urgencia de la Ley Antidiscriminación o también conocida como Ley Zamudio.

Ahora es la familia Luchsinger/McKay asesinada por dementes, la que nos enfrenta a la necesidad de encontrar una salida efectiva al conflicto “chileno/mapuche” actualmente caracterizado por un grupo que se considera poseedor de la verdad y aspira a imponerla, bajo la frase “y por qué mejor no se hacen chilenos y listo”. Ello sin entender la arbitrariedad, la arrogancia y la injusticia que ello implica.

Cuando un pueblo es conquistado por las armas, despojado de sus tierras, “ninguneado” en su cultura, etiquetado como “flojo, borracho y violento”, me resulta entendible (pero no justificable) que la violencia aparezca en distintas manifestaciones. Por cierto, quienes resultan víctimas de dicho proceso no encuentran consuelo ni justificación alguna.

Podríamos seguir “Ojo por Ojo” por décadas, hasta que decidamos asumir la oportunidad que significaría para Chile asumirse como una nación donde co-existen diferentes etnias, cada una con su aporte específico a partir de su cosmovisión, su relación con la naturaleza, su gastronomía, sus manifestaciones artísticas, su forma de organizar la familia, su especial método de resolver sus conflictos. Todo ello, en un mismo crisol, también con el aporte de los emigrantes que eligieron y siguen eligiendo Chile como territorio donde desarrollarse, permitiría descubrir la fórmula que nos permitiera desarrollarnos con originalidad. Le podríamos mostrar al mundo que una sociedad heterogénea tiene infinitamente más recursos a los cuales echar mano, que la actual mala copia de una cultura foránea, la que se ha traducido en una brecha creciente, aumento de farmoquímicos y suicidios, por mencionar solo algunos de los males del actual estilo de vida consumista que hemos adoptado.

Por ello, al igual que el caso de Daniel Zamudio, espero que el terrible asesinato del matrimonio Luchsinger/McKay permita dar vuelta la página de la actual forma de relacionamiento entre los chilenos y las etnias con quienes co-habitamos el territorio, y nos permita descubrir en la diversidad la clave para resolver los complejos problemas que hoy enfrentamos como sociedad.

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