Indios de América del Norte en Atacama: Una obra de Manuel Ormazábal

15 Junio 2011

Manuel Ormazábal debe ser uno de los artistas visuales de Atacama con mayor talento, con mayor despliegue de los códigos del lenguaje en todas sus formas y maneras, pero lamentablemente “Casi como un pago de Chile o de Atacama”, uno de los más desconocidos para el pueblo.

Víctor Munita Fritis >
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Decir "indio" ha sido  sinónimo de segregación y discriminación constante, con el uso peyorativo de la palabra. En la historia los ejemplos exceden los límites para demostrar que los indios han sido instrumentalizados por las minorías, pisoteados por los grupos a fin de las ambiciones y de los poderes económicos y políticos. Ese racismo demencial, estrechamente relacionado, pero confundido con la xenofobia, como sí nosotros hubiéramos participado de una limpieza de sangre al momento de gestarnos y, lo que es peor, creer que es así a medida que crecemos y “nos educamos”.

Cuando vi el libro de Manuel Ormazábal Soto, “Indios de América del Norte en Atacama”,  lo primero que miré fue esa palabra que aparece en medio de la portada bajo el rostro de un Indio de Norte de América y seguido por el resto del título que dice “…de América del norte en Atacama”. Pensé en ese momento en un compañero de curso que asistía a la escuela y era apodado “El Indio Barrera” por sus acentuados rasgos mapuches (su segundo apellido tenía ese origen); él lloraba y el resto reía, incluso los profesores. Ese acto mío de no recordar su nombre, me provoca dolor, porque ahora ya adulto entiendo todo. También recordé al hojear  el libro (de manera desordenada) y ver las fotografías, cuanto me gustaba jugar a los vaqueros y los indios cuando niño, montado en un caballo con cabeza plástica y cuerpo de madera otras veces, las escobas eran suficientes para la imaginación y la entretención con mis primos y primas; en realidad nosotros éramos eso y no lo simulábamos. En navidad y los cumpleaños recibí figuritas plásticas de indios y vaqueros; a mi padre lo oí hablar sobre esas películas donde actuaba "Kirt Duglas", entre otros. Sorpresa para mí al leer el libro de Manuel, encontrarme con una muy bien escrita y contextualizada presentación del antropólogo Yuri Jeria donde dice sobre los mismos recuerdos. El texto de Jeria es un verdadero poético crítico a lo que somos, fuimos, recibimos por educación y una valoración justa sin palmetazos de amistad al trabajo de Ormazabal; bien por eso.

El “libro – catálogo” cuenta las similitudes del género cinematográfico del western (desarrollado en los desiertos norteamericanos y espacio de vida de los pueblos originarios de esa zona) y el desierto de la región de Atacama (con el asir cultural de estos films en la religiosidad de la fiesta copiapina que venera a Nuestra Señora de la Candelaria) a través de la mirada de Manuel Ormazábal Soto y el fotógrafo e investigador norteamericano Edward S. Curtis.

La comparación del trabajo de Ormazábal es sencillamente notable, con una fotografía que repleta de poesía el papel couché del libro-catálogo y para qué decir de S. Curtis, que  bien le valió  ser el conocedor de los secretos chamánicos por parte de las etnias. El libro continúa con “Érase una vez en Atacama”, tal como inician las mayorías de los textos que pretenden contarnos un cuento o una leyenda… De esas entretenidas, que en este caso nos hace reflexionar sobre qué es vivir en esta zona del desierto y el valle explicando el pasado, el western, la religiosidad con el punto de encuentro en los años setenta y como a estas alturas sobrevivimos con tradiciones, añorando todo lo que parezca histórico – un objeto, un espacio, una forma - y nos remita a una situación personal y, de paso, conduzca a la relación genealógica para sentirnos parte de algo o responder a la historia como una construcción de cada individuo y su pueblo. Además, llevándonos al registro etnográfico  de Norteamérica por Edward S. Curtis.

El libro continúa con “Los bailes de la candelaria la memoria, lo religioso y el cine” como un homenaje a los desaparecido cines “Atacama” y Alhambra” de Copiapó, y comienza con dos imágenes de antiguas promociones en la prensa sobre el género fílmico del  westerns de 1975.

“Antecedentes y locaciones para un western en el desierto de Atacama” nos remonta al uso del espacio, nuestro desierto” como escenografía  natural  y perpetua de nuestra mejor película, pero con textos del libro “Andanzas de un Alemán en Atacama” en la antigua zona minera de Tres Puntas en 1952, escritos por Paul Treutler en esos años.

Aparece en el libro, tal como espejismos para los sedientos de un vida cinematográfica en esta región, una serie de fotografías de Indios del norte de América, el desierto de Atacama como un espacio posible de western y Ormazabal nos dice "El Western no es un espacio geográfico, sino mitológico", será porque aparecen en Atacama seres con capacidades sobrenaturales para contar extraordinarios relatos o de aquellos personajes que van por estas tierras exaltando sueños de la grandeza que entrega la roca del desierto y los valles. Otra es, “Naturaleza del western” explicando de manera enciclopédica el género cinematográfico; del cual se funde con nuestra fiesta religiosa de La Candelaria.

Más adelante, Manuel, nos entrega de modo lúdico y repleto de belleza una cantidad de fotografías  que remplazan antiguos afiches del cine western con bailarines populares de La Candelaria.  Continúa con breves comentarios sobre la cultura de los pueblos del norte;  biografías y fotografías  de E.S.Curtis y del autor del proyecto.

Manuel Ormazábal debe ser uno de los artistas visuales de Atacama con mayor talento, con mayor despliegue de los códigos del lenguaje en todas sus formas y maneras, pero lamentablemente “Casi como un pago de Chile o de Atacama”, uno de los más desconocidos para el pueblo, pero no para los artistas de la región que admiramos y comentamos de manera justa su arte.

Las fotografías de Manuel en la exposición que tiene montada en la Casa de Cultura y las del libro-catálogo, son sencillas, pero no confundamos el término como algo de mediano valor, entendamos la palabra “sencillas” como un objetivo lúdico, como un objetivo semántico, como un objetivo poético de alto tono y valor, propuesto por el artista.

Ormazábal es un profesional del arte, que en cualquier parte de Chile y más, dejará en muy buen pie a los creadores de la región de Atacama. Manuel con este proyecto fue el único FONDART Nacional para la región de Atacama el 2010. Estudio y egresó de la Carrera de Arte en el Instituto de Arte Contemporáneo de Santiago,  y es Comunicador Visual en Artes Plásticas, con Mención en Gráfica y fotografía; a expuesto sus trabajos en el Museo de Histórico Nacional, en el Instituto Norteamericano de Chile y en el Museo de Bellas Artes en Santiago, entre otros.            

Hasta el 20 de junio, se estará presentado la exposición y el catálogo, en la Casa de la Cultura de Copiapó.

Comentarios

Imagen de Fernando Rivera

Un muy buen articulo, que

Un muy buen articulo, que hace justicia a la labor en el campo de las artes visuales a Manuel Ormazabal. Un ejemplo de profesionalismo, seriedad y profundidad sobre los temas que aborda, como asimismo, este mismo profesionalismo en el montaje de la obra  y en el catalogo, que como soporte de la obra visual, es un magnifico ejemplo de como la  trilogía pasión / investigación / técnica, pueden producir obras de la cuantía de la exposicioón señalada.Felicitaciones.

 

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