“Donde la emoción y el talento se hacen uno”

“Donde la emoción y el talento se hacen uno”

02 Agosto 2011

Un talento que sigue tan incombustible como nunca – como el del mundialmente reconocido Roberto Bravo – y el de una Orquesta Sinfónica Municipal que sigue emocionando con desafíos mucho más exigentes.

Aldo Ortiz >
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Desde un tiempo a esta parte, hemos sido testigos de una gran cantidad de manifestaciones culturales que – por lo diversas – resulta difícil de categorizar, pero cuando se trata de música, sabemos lo que revisamos y analizamos. Y lo más importante es que los espectáculos son ciertamente de calidad. Desde hacía varios meses, decíamos que la nueva mano del Director de la Sinfónica Municipal, Paulo Macías, ha dado una velocidad y un dinamismo pocas veces visto en la orquesta. Algo que – en lo personal – me recuerda mucho al talento del húngaro Georg Solti, siendo el novel director muy expresivo y (cuando corresponde serlo) fiero en la dirección, lo cual aporta dramatismo y emoción cuando corresponde, sobre todo en este IV Concierto de Temporada, donde el gran invitado – junto con Beethoven en la primera parte – fue el pianista chileno reconocido mundialmente, Roberto Bravo.

El programa en la primera parte consistió en la Séptima Sinfonía de Beethoven. Un programa que muchos monotemáticos calificarían como “arriesgado”, pero que muchos melómanos y fanáticos de la gran sinfonía alabamos. Es notoria la similitud del celebérrimo Allegro (el segundo movimiento) con el arreglo hecho para la Filarmónica de Berlín y la batuta de Karajan. Es uno de los momentos más sublimes y a la vez donde uno ya sabe por fin que hay un antes y un después en la Sinfónica copiapina, en donde por fín veremos programas de más corolatura y exigencia (prueba de ello fue la presentación en una ocasión anterior del “Moldava” de Smetana).

La segunda parte, ante un atestado Centro Cultural de Atacama, vino por parte de Roberto Bravo, quien hizo una presentación en piano solista de las obras del Maestro argentino Astor Piazolla, un verdadero revolucionario de la música trasandina con verdaderos clásicos como “Milonga del Angel”, “La Muerte del Angel”, “Verano Porteño” y “Adios Nonino”. La tercera parte, ya con un auditorio entregado completamente a la poesía que ejecutaban las manos diestras del maestro chileno, fueron las “Estaciones Porteñas para Piano y Orquesta”, y he aquí que la Sinfónica, fue mágicamente transformada en un ensemble de cuerdas, dando un marco realmente emocionante – “donde se quedó el corazón en la boca”, decían los comentaristas de la transmisión en directo, a cargo de la Red de Medios de Copiapó.

Un talento que sigue tan incombustible como nunca – como el del mundialmente reconocido Roberto Bravo – y el de una Orquesta Sinfónica Municipal que sigue emocionando con desafíos mucho más exigentes.

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