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¿Qué significa sentir la presencia de un familiar difunto?

27 Mayo 2012

¿Pero por qué sucede esto? Porque el alma ha tocado a esta persona y quiere comunicarle algo. 

Juan Lama Ortega >
authenticated user Corresponsal

Existen personas muy sensitivas, quizás con una sensibilidad especial que dicen sentir cerca de sí a sus seres queridos que ya fallecieron. Afirman que de vez en cuando sienten un escalofrió por la espalda cuando el familiar muerto anda cerca de ellas. ¿Pero por qué sucede esto? Porque el alma ha tocado a esta persona y quiere comunicarle algo. Este escalofrío que sienten algunas personas es la irradiación del alma, es decir, el fluido que rodea al alma. La irradiación del alma es bastante más fría que la irradiación del cuerpo, por eso se siente ese breve escalofrío en la espalda y a lo largo de las vías nerviosas.

No importa en qué entorno creciera y viviera el que antaño fue un ser humano, pues en casi todos los casos el alma siempre permanece durante un tiempo en el que fue su lugar en vida, e intenta seguir viviendo como siempre en su antiguo campo de actividades, tal como era su costumbre cuando era un ser humano.

Sin embargo este plano no es el lugar donde el alma ha de quedarse, ni deberíamos buscar la comunicación con el alma del fallecido, pues los lugares de evolución esperan al fallecido y a través de impulsos el alma puede ser conducida a ellos. Sin embargo cuando la persona ha estado muy atada a la materia le cuesta reconocer su situación. Finalmente el alma tiene que comprender que ya no puede tocar ni palpar nada de aquel entorno material tan querido, entonces empezará a sentir la atracción de otros estadios donde tal vez comience a recorrer “el camino del olvido”. En ese proceso comienzan a perder importancia muchas cosas que antaño fueron importantes, pues el camino del olvido significa ir soltándose muy paulatinamente de todo aquello que dio seguridad y apoyo al alma como ser humano.

El reconocimiento de la nueva situación, por muy amargo que sea, es entonces su camino, el camino del olvido, que conduce a la superación en otra dimensión de lo que aún está adherido a ella. El alma poco a poco se va soltando de todo, incluso de lo más impensable, por ejemplo de la sensación de frío y calor, del sueño, del dormir y despertar, de objetos familiares, de hermosos paisajes, de una vida lujosa, de comer y beber, del cómodo sillón que tanto apreciaba como ser humano, etc... Por lo tanto tan pronto como el alma se retira de las necesidades y costumbres del que fue su ser humano, comienza el olvido. La persona sensitiva notará entonces, que alma ya no se encuentra en las cercanías.

En el camino del olvido hacia otra constelación planetaria de sustancia parcialmente sutil, se sugieren más tareas de purificación entre aquellas que el alma lleva en sí como una especie de grabado o trazado. En este caminar va cambiando también la irradiación del alma, ella adopta otros rasgos de fisonomía y llevará un vestido de sustancia más fina, cuyos colores corresponden a los colores de la constelación planetaria y a su grabado del momento.

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