Hacer un comentario
Columna de Opinión: "Las cuatro estaciones del año"
Por: Hugo Pérez White
Hugo Pérez White >
authenticated userAcerca de la primavera se dice que es el período del amor, del romance, del renacer a la vida, de los suicidios pasionales, de los encuentros y desencantos de parejas, casamientos, divorcios y otras situaciones conocidas y pese a todos estos desencuentros, la primavera es la estación que más nos llena de optimismo.
En primavera brotan los árboles, las plantas empiezan a crecer, emerge el pasto tierno, verde y altivo y los pájaros expresan su alegría con su alentador trino matinal.
Primavera es brote de juventud, savia nueva que recorre todo nuestro cuerpo y nos revitaliza el espíritu.
Los niños escriben en sus cuadernos composiciones sobre la primavera y los volantines empapelan el amplio azul del cielo o balanceándose cual magistral bailarina en un celeste escenario.
Los corazones aparecen grabados en los árboles de las plazas con gotas imaginarias de sangre y los dibujos alusivos al amor adornan las páginas de los cuadernos de los adolescentes.
Todo este paisaje emocional corre a raudales por nuestras venas y todo por la primavera tibia y sensual.
La primavera se va rápidamente y nos aprestamos a recibir al multitudinario verano que llega con fe y optimismo regalándonos una noche de paz y amor en una nueva navidad llena de recogimiento espiritual y pasar luego a la euforia y la algarabía que trae un nuevo año de luces multicolores, sirenas al aire y campanas que invitan a bailar junto a las estrellas.
El verano es época maravillosa para jugar en el mar, correr por las suaves arenas de sus acogedoras playas y conquistar los verdes cerros que nos ofrece nuestra larga cordillera.
Los niños guardan sus cuadernos, lápices y mochilas y esperan ansiosos la llegada del viejito pascuero y los regalos que él les trae en sus bolsas llenas de ilusiones son el incentivo para estar inquietos hasta que llega el momento para despejar la incertidumbre de la noche tan esperada, etapa maravillosa que nos habla de la inocencia de los niños y que desgraciadamente dura tan corto tiempo.
El otoño es la estación de las cosechas de maíz y girasoles y haciendo un juego de palabras también representa la madurez del ser humano que a veces cuesta tanto entender que vamos por el mismo camino para llegar a la senectud.
Durante el otoño las hojas de los árboles cambian de color pasando del verde esplendoroso al amarillento opaco, hasta que se secan y caen ayudadas por el viento que sopla con mayor fuerza en esta estación lo cual nos obliga a abrigamos un poco más porque la temperatura comienza a descender y las tardes se ponen un poco frías y la salud se resiente con mayor facilidad que en otras épocas.
El invierno es una de las cuatro estaciones del año que menos adeptos tiene por su crudeza climática aunque en algunas regiones es medianamente templado y se caracteriza por tener los días más cortos que el resto de las otras estaciones, las noches más largas y temperaturas más bajas.
Cerremos los ojos un instante y hagamos girar la rueda de la fantasía para evocar momentos felices que nuevamente llegarán cuando el verano inunde el hemisferio con sus rayos de sol y abramos las ventanas de nuestros corazones para dejarlo entrar y nos invite una vez más a jugar con las olas del mar y a soñar con el amor que quedó escondido en las tibias arenas de un atardecer veraniego.