Niños que muerden

Niños que muerden

16 Febrero 2011
El Síndrome de Down, al igual que el TGD/TEA, se clasifica como Discapacidad Intelectual. La estrategia de enseñarles a no morder es la misma que se usa con el resto de los niños, sólo se necesita una enseñanza explicita. Revista Carrusel.
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Originalmente publicado en Revista Carrusel
Cuando mi hijo Diego inició la salita de Maternal 2, su maestra me explicó que en ese nuevo nivel era común que los niños se empujaran, mordieran y arrancaran los juguetes, que era algo que no siempre se podía controlar pero que se le enseñaba a los niños que no era correcto. Aún así, no podía dejar de pensar que mi hijo, con su trastorno del desarrollo y su déficit motriz, no sabría defenderse y que cualquier empujón lo tiraba al suelo– que no tenía fuerza para aferrarse a un juguete ni contundencia para defenderse. Sólo me quedaba confiar en que las maestras a cargo supieran manejar la situación.
Como “era de esperarse”, Diego trajo a casa marcas de mordiscos. Yo sólo lo consolaba y aguantaba las ganas de seguir los consejos de “enséñale a defenderse, dile que devuelva el golpe”, aunque confieso que muchas veces pensé que en cuanto tuviera edad lo inscribiría en clases de Karate.
La primera vez que Diego mordió a otro niño yo casi doy un grito de júbilo. No celebraba que le hiciera daño a otro niño, sino que reaccionaba “según lo esperado”. ¿Qué le estaba haciendo el otro niño? Se peleaban por un carrito. Conociendo lo ocurrido en cada ocasión, pude conversar y explicarle a Diego que esa no había sido la mejor forma de proceder. En otra ocasión la maestra reportó que Diego, en protesta por no haber sido atendido en primer lugar a la hora del baño, molesto, se volteó y directamente fue a morder al niño que tenía más cercano, sin mediar palabras y sin que el niño le hiciera algo, sólo porfrustración que no supo expresar. Aquí la conversación que tuvimos giró en torno a cómo debía expresar su molestia correctamente.
Ya en la salita de 3 años, recibí a Diego con el mordisco más grande que yo haya visto jamás: los dientes perfectamente marcados, en ciertos puntos sangrantes, inflamado, enrojecido y con el pasar de los días se tornó de púrpura a morado y de morado a todo tipo de tonalidades verdosas. ¡Cuánta razón hay en el dicho de que a las madres nos duele más las lesiones de un hijo que las propias! La maestra, compungida, nos dijo que lamentaba muchísimo lo que había pasado, que ya había hablado con el otro niño y también con los padres. Me dijo que le había dado mi teléfono a la otra madre que quedó de llamarme. En ese momento pensé ¿y qué va a decirme? Yo entiendo que son niños… es su hijo quien necesita entender que esto no se hace y es Diego quien necesita una disculpa. Ese día la llamada no llegó pero al siguiente el niño se presentó con un regalito para Diego. Se lo entregó y le pidió disculpas por haberle mordido.
Aunque Diego estuvo alrededor de un mes mostrándole a todo el que se encontraba la marca del mordisco, aprendió de lo ocurrido. Entendió que morder hace daño y que la persona que muerde hace mal. Hasta ahora nunca más ha vuelto con mordiscos, aunque sí que ha tenido altercados con otros niños. Se nota que con la edad van aprendiendo a manejar estas situaciones sociales si han tenido la orientación adecuada.
Luis Fernando es un amiguito muy querido, vive en otra ciudad y también asiste a una salita de Preescolar de 3 años de edad. LuisFer aún está aprendiendo a expresar sus emociones y hace unos días, en clara señal de frustración, incomodidad y falta de otros medios para desahogarse, mordió a 3 compañeritos de clases durante el transcurso de una mañana. La maestra, quizás preocupada porque se cuestione su capacidad de control de la sala, quizás, por no saber cómo dar respuestas a los padres y obviamente por desconocimiento de estrategias y técnicas para manejar la situación, optó por suspender al pequeño LuisFer por 3 días– una medida disciplinaria que atenta contra el derecho del niño a recibir educación y que garantiza la constitución de mi país. Se trata de una medida que no ayuda a los niños involucrados a aprender cómo manejar los conflictos en las relaciones interpersonales, pero que sí enseña y promueve mitos negativos:
- Que el niño con discapacidad es agresivo, violento e incontrolable…
- Que los problemas de carácter conductual son un síntoma más asociado al Síndrome de Down…
- Que es más conveniente separar al niño de los demás que enseñarle cómo se debe comportar porque no comprende…

El Síndrome de Down, al igual que el TGD/TEA, se clasifica como Discapacidad Intelectual. La estrategia de enseñarles a no morder es la misma que se usa con el resto de los niños, sólo se necesita una enseñanza explicita. Se necesita capacitación para no caer en mitos negativos y traspasarlo a los demás niños, padres, colectividad, y se necesita mucha calidad humana para que una conducta que amerita un adecuado manejo conductual, no sea causa de una trasgresión mucho más seria que un mordisco, como lo es una trasgresión a los derechos fundamentales del niño. Afortunadamente, esta medida fue retirada al día siguiente una vez que la madre de Luis Fernando, a través de los organismos competentes, le hizo ver al colegio el error y la ilegalidad cometida.
Las leyes para dar basamento a la inclusión escolar existen en casi todos los países. Todos debemos conocerlas para saber actuar en consecuencia, pero sobre todo, debe existir la disposición para buscar las soluciones en las que cada parte asume su responsabilidad pero también crece. ¿Qué aprende un niño de 3 años de una suspensión de 3 días? ¿Qué aprende un niño de 3 años que ofrece un chocolate y una disculpa a un niño que mordió? Con la primera medida se crea segregación; con la segunda, conciliación.
FOTO: www.solarnavigator.net

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