Fiestas y fechas especiales: un cambio de chip que debería ser por siempre

Fiestas y fechas especiales: un cambio de chip que debería ser por siempre

10 Febrero 2011
Es indudable que cuando nos acercamos a una fecha especial, ya sea navidad o año nuevo, cuando celebramos una fiesta religiosa o nos sumergimos en el Día de los Enamorados, cambia nuestro chip interno de convivencia. Por Pablo Manríquez.
Pablo Manríquez >
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Cuando se acercan fechas especiales e importantes para los chilenos, nuestro modo de pensar y actuar ejecuta una metamorfosis, en la cual procedemos a cambiar nuestro chip interno, buscando actuar de buena manera, ya sea con suma amabilidad, tolerancia o solidaridad, y lleno de gestos que en cualquier otra fecha estarían en modo OFF en nuestro cerebro.
En un breve acercamiento a la fiesta religiosa de la Virgen de la Candelaria, donde innumerables parroquianos realizan sus actos de devoción y fe ante la patrona del pueblo de Atacama, me percaté de éste cambio en nuestro sistema operativo interno, como si estas fiestas o actividades resetearan nuestro CPU y provocasen que se instale un nuevo programa, mucho más complejo y, por lo tanto, corto en duración.
Es como si nuestro sistema cambiara y se volviese más humano, más cercano, mas empático y no violento; buscamos hacer buenas obras, ayudar al prójimo, como una sustancia nueva que nos acecha en nuestro desgastado cuerpo y que hace de nosotros otro yo. Lástima que esto dure tan poco, porque terminada la navidad, la Candelaria, la Teletón, año nuevo o el pronto Día de los Enamorados, nuestro sistema vuelve al piloto automático, volviéndonos competitivos, poco solidarios, encerrados en nuestro propio mundo interior, sin demostrar la empatía necesaria para conmovernos con lo que le sucede al otro.
Creo que no sólo debemos ser relativamente amables, relativamente buenos o de buenos gestos sólo por unas horas o por un día, sino tratar que esto sea multiplicado al máximo posible, para generar lo de esa película que yo creo que la vieron, en la cual se realizaban cadenas de favores y esto se multiplicaba, potenciando los gestos de buena voluntad, formando un enjambre de buenas obras que, sin dudas, nos alimentaría el alma.
Es tan fácil, pero nosotros siempre lo hacemos más difícil. Un cambio diario en nuestros gestos, un buenos días, un gracias, un por favor, un qué buen trabajo, sin duda haría de nuestro entorno un entorno mejor.
Cambiemos un poco nuestro chip. Si tú lo haces, quizás el del lado te imite, resetéate y cambia no sólo en fechas especiales, sino todos los días.
FOTO: rafa2010

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