Género y trabajo: la doble responsabilidad de la mujer y los obstáculos a sortear

09 Febrero 2011
Las políticas para superar la pobreza y fomentar el empleo no han tenido el impacto deseado, pues las mujeres seguimos siendo más pobres que los hombres. Verónica Zamorano, dirigenta CUT y CONFUSAM Atacama.
Verónica Zamorano >
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En el mundo de hoy, el escenario social tiene el sello de la globalización, del individualismo y de la pérdida de solidaridad orgánica. En este contexto, hablar de exclusión social es hablar del problema de género y trabajo.
Históricamente la exclusión de las mujeres ha sido y sigue siendo condición y síntoma de la injusta distribución de poder. Si bien es cierto se reconocen avances en diversas materias, estas no transforman en lo estructural las relaciones de discriminación y se mantienen las brechas de desigualdades sociales, culturales, políticas y económicas.
La situación de las mujeres en el presente es compleja y multidimensional, lo que se observa en la desigual oportunidad de ejercer los derechos humanos. Un ejemplo de ello es el que no se haya avanzado en las promesas relacionadas a aumentar el posnatal, y que las políticas para superar la pobreza y fomentar el empleo no han tenido el impacto deseado, pues las mujeres seguimos siendo más pobres que los hombres. En el plano laboral seguimos desempeñando ocupaciones consideradas social y culturalmente como “trabajos de mujer”, con menos posibilidades de adiestramiento y calificación, con mínimas proyecciones futuras y recibiendo aún salarios más bajos y, además, con tendencia a empleos precarios y flexibles.
El castigo por ser mujer se manifiesta en las condiciones contractuales respecto de la planificación familiar y la maternidad; es sabido que las primas de cobro de las ISAPRES son más altas en la edad fértil. Los programas sociales impulsados por las autoridades pasadas y presentes todavía son insuficientes, la capacitación laboral no es acorde a las nuevas necesidades del mercado, los programas orientados a estimular la producción y el acceso a créditos no nos consideran como sujetos viables. En resumen, parece ser que las mujeres estamos ausentes del mercado laboral que generan los sectores más dinámicos de la economía, y el apoyo a iniciativas empresariales o de trabajo por cuenta propia es mínimo y con grandes obstáculos que sortear.
Los temas de la familia y el trabajo domestico siguen siendo de responsabilidad exclusiva de las mujeres. Nos enfrentamos a dobles y triples jornadas de trabajo. La subvaloración que se da al trabajo femenino incide en que la economía nacional no incluya el trabajo que desarrollamos las mujeres en la reproducción de la mano de obra. En el año 2002 las mujeres aportamos con el 39% a la fuerza de trabajo mercantil y con el 85% al trabajo doméstico no remunerado. De ellas, un 78% realizaron sin ayuda las tareas domésticas y de cuidado de la familia .Y aún cuando no es tomado en consideración en las cuentas públicas, su valor social y económico medido en relación al uso del tiempo es un subsidio no monetario para el funcionamiento de la sociedad.
Para el Departamento de Género y DDHH de la CUT Provincial es imprescindible pensar los temas desde la identidad de género, recuperar la construcción colectiva e incorporar la participación activa de las mujeres en todos los ámbitos (sociales, económicos, culturales y políticos), como el principal elemento para lograr la verdadera inclusión, potenciar la desconcentración de poder y lograr un verdadero diálogo social.
FOTO: sicoloco

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