Un año más, qué más da…

31 Diciembre 2010
Para que los empleadores entiendan que la verdadera riqueza de un país es la creatividad y el trabajo de su gente. Por Verónica Zamorano.
Corresponsal El... >
authenticated user Corresponsal

Sentada frente al computador, sin saber qué escribir o cómo empezar siquiera a invitar a realizar una evaluación de fin de año, que debiéramos efectuar no sólo desde el plano personal, sino también social, viene a mi mente el sonido de un compás sabrosón, una cumbia conocida y familiar: “Un año más, que mas da”. Y era que no, si es prácticamente la canción oficial con la que cada año nos preparamos a despedir al viejo año y a recibir el nuevo.
Mientras las frases acuden a mi cerebro, en el intento de comenzar a escribir algo relacionado al balance final del año que pronto terminará, persiste en mi mente el sonido bullanguero “un año más, qué más da, cuántos se han ido ya…” y me pregunto será “qué más da” si lo aplicamos a interrogantes tales como ¿me siento agradecido?; ¿qué he logrado?; ¿he hecho lo necesario para continuar evolucionando hacia mejores niveles de conciencia y claridad?; ¿he practicado a diario las actividades que me conducen a mejorar mi vida?; ¿he aportado al fortalecimiento de las organizaciones sociales, sindicales, culturales, en pos de una sociedad más justa e igualitaria?... Da qué pensar, pensar honestamente qué hemos hecho y qué hemos logrado. Porque cada año, al igual que cada semana y cada día, es una nueva oportunidad para mejorar nuestra vida o, por el contrario, para dejar que esta siga pasando sin hacer nada por mejorarla.
Cada un@ tendrá que responder “no importa los años que tienes, si ha vivido bien”, si ha seguido aprendiendo que cada día es una aventura diferente e interesante, si ha contribuido a lograr armonía y bienestar.
Ahora, si esas interrogantes las llevamos a la vida comunitaria: ¿cómo ha sido para la sociedad chilena?; ¿nos gusta lo que ha estado sucediendo? ¿Ha mejorado nuestra vida en común? ¿Hemos logrado crecer en igualdad?, ¿hemos superado al “yo” por el nosotros?; ¿se respeta a los adultos en sus ingresos y en la entrega de salud?; ¿comprendemos que el sistemas económico en el cual estamos inmersos promueve la inconsciencia, que es la causa de todos los males?; ¿hemos aprendido o re-aprendido que sólo en la acción unitaria y movilizadora podemos generar cambios reales? Entre otras interrogantes sociales.
Escucho el ritmo tropical “un año más, qué más da, si has gozado, también sufrido”, y nadie podría poner en duda que el 2010 l@s ciudadan@s vivimos momentos de intensa felicidad: se llegó a un mundial, se rescató con vida a los 33 mineros atrapados en el interior de la mina San José... Pero también se sufrió los embates de la naturaleza (terremoto y tsunami); por la inequidad en la distribución de los ingresos, que obliga a trabajar más de 8 horas para cubrir las necesidades y que trae como consecuencia accidentes ( sobre todo en las carreteras); por la falta de medidas de seguridad laboral que conducen a la muerte a los mineros; por la falta de políticas medioambientales y territoriales que ponen en peligro los ecosistemas y la calidad de vida de las personas (movilizaciones en contra de la Termoeléctrica Castilla, huelga de hambre en Los Pelambres, movilización en Isla de Pascua, huelga de los comuneros mapuches, etc.); por los despidos masivos en las reparticiones públicas; por ausencia de políticas sociales para disminuir el hacinamiento en las cárceles (incendio cárcel San Miguel); porque existe menos trabajo de calidad, bien remunerados; por el aumento constante del deterioro social que conlleva a la corrupción (caso Carabineros) y tantas otras inequidades que traen consigo sufrimiento personal y social.

La música de mi mente poco a poco se apaga y en la lejanía logro escuchar “son quince, son veinte, son treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta...No importa los años que tienes, es el tiempo el que no se detiene”, y pienso que a las puertas del 2011, como sociedad deberíamos meditar todo lo que se necesite para sacar las propias conclusiones, sobre qué se ha hecho o hace mal, o acerca de lo que falta para crecer en lo laboral, en lo sicológico, en lo familiar y, muy particularmente, en lo social, para evitar que el pseudo-dios globalización –poder sin conciencia de clase social , y dinero– siga ganando supremacía sobre el dios del amor, la solidaridad y de la justicia social.

Para que los empleadores entiendan que la verdadera riqueza de un país es la creatividad y el trabajo de su gente, y que sólo se puede estar bien con un trabajo digno. Para que las autoridades entiendan que para generar cambios reales, estos se deben basar en la distribución equitativa de la riqueza, pues así, y sólo así, la sociedad transitara felizmente por el venidero año y por otros que nos regale la vida.

Un año más, qué más da…