“Leonor” y “Anselmo” se reencuentran luego de una larga e incondicional espera; el soldado sobrevivió a la Guerra del Pacífico y regresa a la tierra que lo vio nacer para unirse a la mujer de sus amores. Con este acto finalizó la romántica historia de las marionetas gigantes que durante varios días regaron de magia las calles de Copiapó. Y así también se puso fin a la ceremonia de inauguración del monumento “Glorias de Atacama”: el primer “Arco del Triunfo” que se erige en el país.
El evento comenzó a las 20.30 hrs. con la presentación del grupo folclórico “Las Voces del Checo”, tonadas que dieron paso a los discursos de rigor e interpretaciones de los himnos de Chile, Atacama y Copiapó. Ese sólo sería un aperitivo –a ratos abucheado por la gente que se agolpó en la Alameda de nuestra capital regional– del plato de fondo que estaba por venir.
Alrededor de las 21.30 hrs., hizo su ingreso la banda musical del regimiento “Capitán Rafael Torreblanca”, seguida por una tropa de la misma infantería vestida a la usanza de los héroes que derramaron su sangre en el norte grande. Entonces, desde avenida Circunvalación, apareció “Leonor”. Una vez que ésta llegó al portal, las autoridades cortaron la cinta del nuevo monumento y, en instantes, el alcalde Maglio Cicardini descorchó una espumeante botella de champaña.

Desde Copayapu asomó “Anselmo”, que a pasos agigantados –tal cual– fue al encuentro de su inspiradora muchacha. The End.
Después de los tambores, de las trompetas, de los aplausos, de la multitud sonriente que se prepara para cerrar hoy el 2010, “Glorias de Atacama” quedó en soledad. Fuera de toda parafernalia es mucho más fácil contemplar la construcción en sí.
"Estructura parasitaria"
Aunque valora la iniciativa de hacer un monumento de esta magnitud y lo simbólico que es, el arquitecto copiapino Álvaro Martin Espiñeira tiene una mirada crítica del nuevo hito de madera aglomerada (OSB) que se acaba de levantar en la ciudad.
A su juicio, es una “estructura parasitaria”, es decir, absolutamente inconexa del espacio físico en el que se inserta. “No hay ninguna continuidad con el entorno inmediato”, afirma, cuestión que se podría apreciar tanto en el suelo como en los colores, luces y materiales empleados en la obra. Para él, el monumento es demasiado tosco y blanco para un lugar que más bien se caracteriza por exhibir formas delgadas y tonalidades oscuras. “Quizás se pudo haber conectado con la cripta de los soldados del Batallón Atacama”, apunta.
Martin también objeta las terminaciones y el hecho de que la obra no posea ningún contenedor o separación respecto a las vías peatonales y automovilísticas: “apuesto a que en 2 meses más va a estar rayado o chocado”, concluye, esperando, eso sí, que el tiempo no le dé la razón.
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